‘Pozos de ambición’: Capitalismo y religión
‘There will be blood’ es una
película filmada en el siglo XXI. Presenta uno de los mejores arranques de toda
la historia del cine, una de las interpretaciones más completas que se
recuerdan de los últimos treinta años y una banda sonora extraordinaria. Es cine
de verdad; es un homenaje al cine de verdad.
‘There will be blood’, ‘Pozos de
ambición’ en España, es una película estrenada en 2007. Se trata de una cinta
extraordinaria que puede gustar muchísimo o aburrir a salas enteras. ¿Cómo
puede ser eso? Pues porque ver esta película exige un grado de reflexión más
que importante y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo.
Es una adaptación de la novela de
Upton Sinclair ‘Petróleo’, escrita en 1927. Y es un homenaje al cine clásico.
Incluido el cine mudo, todo tiene su propio guiño reservado en la película del
realizador Paul Thomas Anderson. Aborda un asunto espinoso que lleva dividiendo
a las sociedades desde hace siglos: ¿lo importante es lo material o lo esencial
es lo espiritual?
Si no ha visto usted la película
debería detenerse aquí. Me temo que para explicar lo que creo que es
fundamental tendré que referirme a escenas concretas desvelando parte del
libreto.
En la Biblia, concretamente en el
Génesis, nos cuentan lo que sucedió entre Caín y Abel. Ya saben que fue el
primer asesinato que cometió el hombre según la tradición judeo cristiana. Pero
en realidad nos presentaban dos formas de vida; por un lado, el peligro que
representaba el sedentarismo para un pueblo que tenía como objetivo encontrar a
Dios y no podía quedarse quieto; por otro lado, el nomadismo. La historia de
Caín y Abel se leyó siempre muy mal. Se sigue haciendo. En ‘There will be blood’
tenemos esa muerte del hermano (o del que se hace pasar por él) como pecado de
uno de los personajes y la confrontación entre el capitalismo y la religiosidad
como forma de vida. Por eso la última escena de la película es la que es.
Daniel Plainview, el empresario que se obsesionó con el poder del dinero muchos
años atrás, asesina al pastor Eli Sunday. Representan el capitalismo más
salvaje y la espiritualidad más tramposa y casposa, respectivamente. El dinero
acaba con lo que no se puede tocar, con lo espiritual. Y así fue en ese momento
histórico y aún sigue vigente. Si la película se ve como la historia de un
hombre que progresa y se vuelve loco a causa del dinero, no estaremos
entendiendo nada de nada.
La fotografía de ‘There will be
blood’ es sensacional, se busca un movimiento de cámara que esté justificado y
sea elegante (la escena de las vías de tren al frente y el vehículo circulando
en un camino paralelo es impresionante), el vestuario es espectacular, maquillaje
y peluquería estupendos, la puesta en escena como conjunto resulta elegante. El
montaje es clásico y no presenta problema alguno aunque es lo menos destacable.
El trabajo de Daniel Day-Lewis
encarnando al personaje principal es completo y perfecto. Se le ha tachado de
histriónico aunque lo que hace el actor es llevar al extremo un perfil que
requiere cierta tendencia a la exageración puesto que es la representación
sarcástica de un sistema económico completo. Paul Dano hace un buen trabajo
haciendo de pastor radical y fanático aunque va de menos a más en su
interpretación.
Un aspecto importante que no
puede dejar de destacar es la banda sonora. Es magnifica; la firma Jonny
Greenwood, componente de Radiohead.
La película huye como si del
diablo se tratase de todo eso que vemos en las películas actuales y que rebajan
tanto los niveles técnicos: planos secuencias eternos sin justificar,
planificaciones absurdas, bandas sonoras invasivas que en lugar de matizar la
imagen son acompañadas por la imagen, trucos que tapan las carencias y no
eliminan los problemas...
Esta es una película que se debe
ver. Cada cual disfrutará más o menos, pero hay que verla porque es de las que
ayudan a formar un criterio propio. Es lo que tienen las grandes cintas.
G. Ramírez
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