Sean Connery. |
Auric Goldfinger (villano de esta película interpretado por Gert Fröbe) es el personaje más perverso de todos a los que se tuvo que enfrentar el 007 encarnado por Sean Connery. Para muchos, este es el mejor trabajo de todos los que componen la serie hasta que llegó ‘Casino Royale’ en 2006. Lo cierto es que fue la película que desató las pasiones por el agente secreto. Los martinis se consumieron más que nunca, los Aston Martin se vendieron como churros, y todos querían vestir un smoking blanco como el de Bond tras bucear y destruir el cuartel general de los narcotraficantes. Y lo cierto es que la película es fantástica. Un guion poderoso y bien armado (la novela de Ian Fleming es estupenda), unas interpretaciones de primer orden, la fotografía exacta (repetía Ted Moore) y una dirección hábil y sin altibajos de Guy Hamilton. ‘James Bond contra Goldfinger’ ('Goldfinger', 1964) acumula casi todo lo que serían las películas de James Bond. La ironía del agente, la confrontación directa entre el bien y el mal (nunca puede vencer este último), la belleza femenina, el valor de los héroes, traiciones, engaños. Todo James Bond. O casi.
Las mujeres tienen una
importancia extraordinaria en la saga y dejan de ser objetos sexuales para
aparecer en la trama de forma activa e importante; con ellas llega la
iluminación necesaria para descubrir matices nuevos en el agente secreto (de
Bond sabemos mucho cuando conocemos su relación con las mujeres). Pero en ‘Goldfinger’
es, todavía, mayor. La muerte por asfixia cutánea de Jill Masterson (una
explosiva Shirley Eaton que era el referente erótico de la época) o el cambio
en la tendencia sexual de Pussy Galone una vez que conoce a 007 (serenamente
bella la actriz Honor Blackman), son algunos ejemplos. James Bond, no sólo
corteja a toda mujer que se pone por delante, además, puede cambiar a
cualquiera de ellas. Cosas de la época que, ahora, resultan impensables.
Sean Connery y Gert Fröbe. |
Auric Goldfinger es el villano.
Magnífico. Se trata de un hombre impotente, ludópata, obsesionado con el oro,
malvado, incapaz de sentir compasión por nada ni nadie. Lo encarna Gert Fröbe
de forma magistral. Fue una pena que el actor no pudiera aprender a hablar en
inglés puesto que fue doblado en la versión original. Auric Goldfinger crece
enormemente durante la película como personaje y termina dibujándose como el
malvado de los malvados. Además, le acompaña Oddjob (Harol Sakata), un secuaz
tan terrible como el propio Goldfinger, que mata lanzando su sombrero metálico
como si fuera un boomerang o a guantazo limpio. Los malos suman esfuerzos.
Por primera vez, Bond dispone de
gadgets (ingenios facilitados por la sección Q del MI6) que nunca retornarán en
perfecto estado a su punto de origen. Por primera vez, vemos el mítico Aston
Martin de Bond. Ametralladoras, cortinas de humo, chorros de aceite, asientos
que saltan por los aires con el pasajero incluido. Entre vehículos y
transmisores, Bond se convierte en todo un espectáculo.
Aparte de escuchar el tema
clásico de la serie, en Goldfinger, Shirley Bassey interpreta el tema principal
de la película; una canción compuesta por John Barry que desbancó del número
uno de las listas a los mismísimos Beatles. Casi nada. La partitura rebosa
emoción, intensidad y una colosal fuerza.
Esta es la película que marcó un
antes y un después para Connery, para los productores, para los fans de James
Bond. Es un peliculón en todos los sentidos.
G. Ramírez