Cine para esta Semana Santa
‘Jesucristo Superstar’ (‘Jesus
Christ Superstar’, 1973)
Comenzó siendo una ópera rock y,
afortunadamente para el cine, terminó siendo una película. Es, casi con toda
seguridad, la película que, teniendo a Jesús de Nazaret como protagonista, más
seguidores ha tenido y más pasiones ha despertado entre los espectadores. En
las salas de cine, al estrenarse, se produjeron altercados dada la indignación
de algunos. Pero alguien en el Vaticano llegó a decir que se debería canonizar
a ‘ese chico que hace de Jesús’. Opiniones para todos los gustos.
Una escena de 'Jesucristo Superstar'. |
El trabajo de Norman Jewison es apabullante, arrasador. Pero lo es desde el respeto, desde la delicadeza. La escena en la que Jesús de Nazaret recibe los treinta y nueve latigazos, o la final en la que vemos cómo los cantantes y bailarines que han intervenido en el rodaje se suben en el autobús en el que llegaron, son estremecedoras. El único que no regresa es el actor que ha encarnado a Cristo. Él queda crucificado y le despide el atardecer. Como anécdota, hay que decir que durante el rodaje de la escena de la crucifixión comenzó una tormenta. En el desierto de Neguev (se filmó íntegramente allí) no llovía nunca y ese día hubo que rescatar al actor que ya estaba atado a la cruz. Ted Neeley siempre dijo que fue el momento más emocionante y mágico de su vida artística.
Además de una dirección de
Jewison maravillosa, la película cuenta con algo fuera de lo común: una partitura
excelente de Andrew Lloyd Webber y un libreto inteligente y atrevido de Tim
Rice. Los que pudimos asistir al estreno de la película o a los musicales que
hacían de espejo del original, difícilmente podremos olvidar aquello. Temas
como ‘I don´t Know How to Love Him’ interpretado por Ivonne Elliman (nunca
nadie logró tanta dulzura ni tanta verdad con este tema; la escena se rodó una
noche en exteriores naturales, con algún problema de viento, acompañada de una
iluminación preciosa, y es la escena más bonita y agradable de la película) o ‘Getsemaní’
interpretado por un prodigioso Ted Neeley fueron conocidísimos en su momento y
fácilmente reconocibles hoy en día.
‘Jesus Christ Superstar’ está
contada desde el punto de vista de Judas (un magnífico Carl Anderson que no
solo canta bien sino que actúa de forma magistral). De ahí le viene el nombre a
la película. Judas acusa a Jesús de estar olvidando lo que predica y fijarse en
su propio éxito. La elección de Anderson fue un asunto delicado. El realizador
temía que la película pudiera tener una lectura racial por parte de algunos,
pero, finalmente, decidió apostar por el talento como alguna vez recordó.
La película es muy teatral.
Jewison buscó no perder ese toque operístico. Para ello no utilizó gran número
de extras y aprovechó las ruinas que tuvo a su alcance para rodar. Es
famosísimo ese andamio en el que siempre encontramos sacerdotes formando parte del
escenario principal. Una de las escenas más extraordinarias comienza con los
buitres volando en grupo. Negro sobre el azul del cielo. La cámara se centra,
entonces, en ese andamio lleno de sacerdotes. Negro sobre el azul del cielo.
La puesta en escena trata de ser
una mezcla entre lo más moderno y lo propio de la época. La escena en la que
Judas corre, arrastrado por una fuerza arrasadora, a denunciar a Jesús, lo hace
delante de cinco carros de combate que habían intervenido en la Guerra de los Seis
Días. Una vez consumada la traición, dos aviones de guerra sirven de metáfora
para lo que Judas acaba de hacer.
El único momento frívolo de la
película lo protagoniza Joshua Mostel (Herodes). La escena está rodada a modo
de vodevil y es el momento en que más licencias se toma Jewison para narrar.
Desde luego, resulta divertidísima.
Mel Gibson junto a Jim Caviezel. |
‘La pasión de Cristo’ (‘The Passion of the Christ’, 2004)
Tan aclamada como repudiada, la
película de Mel Gibson logró arrasar en taquilla y dio mucho que hablar.
Algunos, aún hoy, defienden que eso es lo que ocurrió en la realidad y que
refleja una verdad casi absoluta; otros acusan a Gibson de fanático, antisemita
y perturbado, dada la violencia de las imágenes.
Gibson se centra en los últimos
días de Cristo. Desde su detención hasta su muerte. La película está bien
dirigida y contiene escenas muy meritorias. Pero la cantidad de sangre y de
escenas violentas es escalofriante. Tanto es así que parece imposible que el
personaje pueda soportar semejante brutalidad. El Cristo interpretado por James
Caviezel termina siendo un despojo ensangrentado. Y, entre tanta escena que
roza el gore, la figura del demonio llega a parecerse a un villano más propio
de ‘La guerra de las galaxias’. Gibson no deja nada a la imaginación del
espectador, se afana en que se vea y se sufra hasta el límite.
Lo peor de todo es que no se
aprecia un objetivo claro. Gibson, por un lado, se lía a mamporros dando por
hecho que todo el mundo conoce la historia y, por otro, no aporta nada a lo que
ya sabíamos.
Escuchamos a los personajes
hablar en arameo o en latín. Se quiere llegar a un punto de exactitud extremo.
Pero a Gibson le pierde su afán por contarlo todo e incidir en algunos
aspectos. Por ejemplo, coloca a los sacerdotes judíos en el palacio de Poncio
Pilato la víspera del Sabbath, algo del todo impensable. Por cierto, a Poncio
Pilato se le representa con bastante amabilidad. El espectador casi siente
cierta simpatía por él. Y ya les digo yo que los tiros no iban por ahí.
La sátira es esencial en 'La vida de Brian'. |
‘La vida de Brian’ (‘Monty Python’s The Life of Brian’, 1979)
Brian nace junto a Jesús de Nazaret, en el pesebre vecino. Y sus vidas tendrán un paralelismo inimaginable. La película de los Monty Python, dirigida por Terry Jones, es una sátira sobre la religión y la política que a unos les resulta insultante y a otros una maravillosa locura de lo más divertida. En realidad, la película habla de la necedad humana, del engaño que supone la salvación de almas que propone la religión y la salvación de personas que supone la política. Creo yo que la intención del realizador no era la de ser blasfemo o insultante. Se percibe más una crítica a estamentos poderosísimos desde la ironía y el sarcasmo sin un fondo que vaya más allá de lo cómico. De hecho, aparece, brevemente, el propio Jesús de Nazaret durante el sermón de la montaña y no se hace un solo chiste de ello.
‘La vida de Brian’ se llena de
escenas inolvidables. Y son escenas que no se pueden contar sin descargarlas de
todo el humor que contienen. Es mejor echar un vistazo a la película y
colocarse en ese lado en el que están millones de fans o en ese otro en el que
se encuentran millones de detractores.
En cualquier caso, no pierdan
detalle del final mientras escuchen el tema ‘Always Look on the Bright Side of
Life’. No se olvidarán de esta escena. Ni de un nombre que habrán escuchado
durante el desarrollo de la película: Pijus
Magníficus.
El enfoque social de 'Rey de Reyes' es más que interesante. |
‘Rey de Reyes’ (King of Kings, 1961)
Si una película resulta ser
admirable por el uso del scope esa es
‘Rey de Reyes’. Nicholas Ray consigue encuadres maravillosos con los que el
formato se convierte en una herramienta estupenda. Muchos huyeron del scope por parecerles una especie de
cajón en el que solo pudieran entrar imágenes alargadas y paticortas. Ray se
arrimó al formato para dar una lección tras otra de cómo podía utilizarse
sacando el mayor partido. La fotografía es espléndida. Toda la película parece
una sucesión de cuadros en los que los rojos intensos y los dorados imponentes
soportan el desarrollo de la trama. Si a esto le sumamos una partitura honda
firmada por Miklós Rózsa que nos traslada a una época histórica tan difícil de
entender, tenemos el armazón perfecto para que un director de la talla de Ray
pudiera entregar su película.
Ray aporta a la historia ya
conocida de Jesús de Nazaret un enfoque social más que interesante. Los
primeros minutos de la cinta los dedica a mostrarnos lo que supuso la invasión
romana para los judíos, la humillación que representó la llegada de nuevos
ídolos con las legiones, la incomprensión del ser humano frente a las creencias
más íntimas que le resultan ajenas. Ray va detallando los conflictos de una
fricción de culturas. El centurión romano rasgando la seda para encontrarse con
el gran tesoro judío, que es su literatura religiosa, es un prodigio narrativo.
Es posible que, además, fuera el primer intento serio de no pintar a los judíos
como un pueblo que escupía a los dioses extraños sin ton ni son. Estas son las
grandes aportaciones de la película.
Porque la interpretaciones son
algo frías, algo distantes. Salvo la escena en que Salomé pide la cabeza de
Juan el Bautista o el calvario, el resto deja algo frío al espectador que no
entiende como el personaje de Jesucristo, por ejemplo, no desprende una magia
que muchos le otorgan de antemano. Jeffrey Hunter parece transitar otro mundo
(digo él y no su personaje porque ese ya sabemos que andaba a lo suyo), parece
ajeno a la película. Los secundarios no aportan gran cosa al principal y los
diálogos parecen forzados en exceso para encontrar una profundidad que no
tienen. Son las cosas de las superproducciones de la época. Espectáculo visual
para un público que buscaba el entretenimiento. Es lo que vendía.
Este es una de las películas en
las que Ray deja a medio camino su interés por lo que siempre quiso contar.
Desaparecen los temas recurrentes de su obra para realizar una película de
encargo. No deja de tener un toque muy personal de Ray, pero el trabajo no es
de Ray. Aquí prima la forma y menos el fondo. Como el anunciado Reino de Dios
por Cristo cuando decía que no era de este mundo; ‘Rey de Reyes’ no es de Ray.
Al menos del todo.
G. Ramírez
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