Alba Planas y Patrick Criado |
‘La Virgen Roja’ es una película que habla de feminismo, de las contradicciones que sufrimos las personas y de cómo una idea se puede convertir en una obsesión tóxica y destructiva.
Imaginemos que un padre o una
madre convierten a su hijo en un proyecto. Quieren que sea el mejor en matemáticas,
que hable tres idiomas, que termine siendo el arquitecto más guapo y alabado
del mundo o la empresaria más poderosa del planeta Tierra. Esto, aunque parece algo
exagerado, es habitual y sucede cada día en hogares normales y corrientes. Pero
también es habitual que el joven decida, en mitad del camino, que va a tomar un
desvío inesperado, que quiere divertirse y que el latín le parece un verdadero
tostón. Tal vez decida criar pastores alemanes. Todo es posible. Y, por tanto,
se acabó el proyecto de papá y mamá. Insisto en que esto es muy normal. Lo que
ya no es tan frecuente es que el padre, la madre o ambos, reaccionen ante el rehúse
de su hijo como hacen los escultores con las obras que presentan alguna falta (las destruyen),
es decir, que asesinen a sus hijos. Eso es, afortunadamente, extraño.
Pues bien, Aurora Rodríguez
Carballeira, asesinó a su única hija, Hildegart, porque pensaba que la joven estaba
llamada a cambiar el mundo, a ser una mujer verdaderamente libre, a representar
lo mejor del ser humano, porque la muchacha resultó pensar y hacer por iniciativa
propia. El caso es que todo iba bien hasta que Hildegart necesitó ser libre,
escapar de la obsesión de su madre. Esto es algo que ocurrió a principios del
siglo XX, tuvo enorme repercusión social y política en aquella época y se
convirtió en un suceso de proporciones desconocidas hasta ese momento. Aurora
asesinó a su hija disparando cuatro veces, sin piedad alguna, a bocajarro.
Paula Ortiz, directora de la
película, logra un trabajo excelente con las actrices principales de ‘La Virgen
Roja’. Najwa Nimri se convierte en la imagen de la locura, del extremismo que
convierte la idea en algo imposible, absurdo y maligno. Si bien es cierto que
la actriz se coloca entre los márgenes de un registro y no se mueve fuera de
ellos (puede parecer un trabajo algo plano), el resultado final es contundente.
Alba Planas está espléndida de principio a fin. Ella si va de lo maquinal del
personaje (qué bien se desarrolla esa idea de comportamiento estrictamente
funcional al pegar al personaje a una máquina de escribir durante buena parte
del metraje que avanza al ritmo de las pulsaciones digitales de Hildegart), de
lo maquinal, decía, a la pasión, del pragmatismo a la lucha más visceral. Ambas
actrices forman un tándem estupendo. El resto del reparto está igual de bien
dirigido destacando Aixa Villagrán que da una profundidad muy sólida a su
personaje.
Un momento del rodaje de 'La Virgen Roja' |
La cámara de la directora
zaragozana se mueve con sumo cuidado y se centra en el detalle, en todo aquello
que puede resultar expresivo. La puesta en escena es elegante y muy cuidadosa,
tanto como el vestuario y la peluquería.
La dificultad de este trabajo
residía en contar algo ya muy conocido y hacerlo sin caer en territorios
comunes o en zonas ideológicas que no aportaran nada al conjunto y se convirtieran en injerencias autorales tan perjudiciales siempre. Y para lograr
un buen resultado, todo reposa sobre un guion que sabe equilibrar lo histórico
con eso tan fundamental para que la película crezca dentro del dramatismo necesario.
Conviene echar un vistazo a ‘La Virgen Roja’ y disfrutar de la película sin ideas preconcebidas, aceptando que la visión feminista del mundo es lo que es y no lo que nos quieren vender grupos que no entienden nada de lo que representa ese movimiento tan importante para la Humanidad entera. Y conviene disfrutar de una historia tremenda y bellísima al mismo tiempo. Lo de investigar sobre, por ejemplo, qué es la eugenesia, ya es harina de otro costal y voluntario tras ver la película.
G. Ramírez