Para practicar deporte hay que empezar por comer bien. Una dieta equilibrada y la hidratación adecuada son tan necesarios como un buen calzado deportivo. Pensar que eso de hacer deporte se reduce a cambiar el vestuario y moverse a lo loco, es un error que se puede pagar muy caro. Y si hablamos de practicar deporte para competir, todo se agrava.
Por ello está muy bien evitar las dietas que tanto están imponiéndose en el mundo entero.
Dar malas noticias, sin destrozar
al de enfrente, es todo un arte. Dar malas noticias sin tener reparo alguno es
más fácil y no requiere ningún entrenamiento. En cualquier caso el efecto es
demoledor. Al fin y al cabo, recibir un mazazo deja fuera de combate a
cualquiera.
'Food, Inc.' es un documental que
firma Robert Kenner. Presenta y analiza la industria cárnica de Estados Unidos
y algunos sistemas agrícolas vinculados con el cultivo de maíz. Además, una vez
expuesta la situación, aborda los sistemas legales en los que se mueve todo el
entramado que tiene que ver con estos mercados. Dicho así no parece gran cosa
aunque lo cierto es que viendo este documental a uno se le revuelve el
estómago. No sólo por el contenido casi terrorífico de la película sino por la
falta de ironía y tacto al plantear el asunto. Siempre se agradece que algo de
humor que maquille la terrible realidad.
Maltrato animal, maltrato a
personas que trabajan en las fábricas dedicadas al sistema alimentario de
Estados Unidos, millones de bacterias en la carne que comemos y con las que no
se puede acabar de ninguna manera, muerte de personas por comer carne, nuevas
enfermedades a causa de cambios en la transmisión de los bichitos, sistemas
legales inalcanzables para una persona normal que debe renunciar a todo,
multinacionales despiadadas, miles de reses sacrificadas cada hora de forma
cruel, miles de pollos engordando tres o cuatro veces lo que sería normal y sin
poder ponerse en pie. Un verdadero horror. Todo esto sin un comentario
esperanzador, sin poder sonreír porque estamos en peligro. No sería bueno
frivolizar sobre estos asuntos, pero el cine debe entretener. Entre lo tremendo
del mensaje, la falta de ironía, la gran cantidad de asuntos tratados sin
profundizar en ninguno de ellos y la crudeza de algunas imágenes, el documental
se hace algo tedioso, brusco en exceso, tan difícil de digerir como la carne que
vemos convertida en un amasijo.
A pesar de esto, el documental
ilustra aspectos que todo ser humano tiene derecho a conocer. Tanto del pasado
como del presente o futuro próximo. Es curioso descubrir que los enfermos de
diabetes se van a multiplicar gracias a la comida basura y los refrescos. Para
una familia pobre es más fácil comer ese tipo de comida que verdura fresca por
el alto precio de los alimentos. Los obesos son ya los más pobres. Algo
impensable hasta hace bien poco. Es miedoso saber que existen enfermedades que
se transmiten de forma diferente por la repercusión que tiene una industria
inmensa como la cárnica. Pone los pelos de punta saber que cientos de productos
que tomamos a diario contienen algún elemento transgénico (casi siempre llegado
con el maíz o la soja). Pero lo que más impresiona es la inmunidad con la que
trabajan algunos sectores. La ley está de su parte. No hay nada que hacer
frente a un problema cualquiera.
El documental es algo soso a
veces, algo tedioso otras, muy impactante casi siempre y muy descorazonador.
Los testimonios están muy bien elegidos. La ausencia de algún testimonio más se
anota para que el espectador no crea que la película es tendenciosa o tramposa.
El montaje es eficaz. Algunos críticos recibieron este documental con gran
alborozo. Este que escribe lo deja en alegría moderada. Entre otras cosas
porque las posibilidades eran mucho mayores que las aprovechadas por el
director.
G. Ramírez