'Zorba el griego': La vida y la alegría de poder contarla
Anthony Quinn y Alan Bates. |
A pesar de todo, la vida hay que
vivirla. Lo mejor que sea posible. Pase lo que pase, sea donde sea. Porque el
mundo tiene una característica que no podemos salvar como si no existiera: el
mundo es dual, todo tiene su contrario, lo mejor da paso a lo peor y esto,
antes o después, cede el puesto a lo mejor
Lo importante es estar vivo y
sentirse así. Incluso la muerte ha de tomarse como una cosa más que integra la
vida.
Esto podría servir como resumen
de la propuesta de Michael Cacoyannis. ‘Zorba el griego’ pretende hablar del
mundo como lugar en el que se pueden presentar todo tipo de posibilidades. Y,
sobre todo, un lugar que sigue su curso de forma independiente a lo que le
puede suceder a un ser humano concreto. El mundo puede ser una ratonera
asquerosa y, al mismo tiempo, un palacio impresionante para cualquiera.
Para narrar su historia y
profundizar sobre todo esto, Cacoyannis contó con lo preciso. Un escenario
árido en el que parece que nada puede sobrevivir salvo la pobreza y la falta de
posibilidades. La única zona con vida (un bosque) pertenece a un monasterio; es
decir, es propiedad de Dios (esto lo dice el protagonista en un momento de la
película), propiedad de lo que el hombre no puede tocar ni controlar. Pero un
escenario en el que hay vida. En el que hay vidas que contar.
Contó con varios personajes
profundos en su psicología encarnados por un reparto de lujo. Zorba es Anthony
Quinn. Un hombre capaz de afirmar que vivir es un problema, que sólo la muerte
no lo es; un hombre que ve en los desastres esplendor. El joven escritor Basil
es Alan Bates. Un hombre apocado, encorsetado por los prejuicios sociales de un
mundo envuelto en sí mismo. La viuda solitaria y deseada por todos los hombres
del pueblo es Irene Papas (más guapa no puede ser una mujer). Una mujer que
desea vivir lo que es un gran amor y que está condenada desde antes de nacer a
no poder experimentar lo que es eso. La dueña del hotel Ritz del pueblo (una
casa destartalada y mugrienta) es una extraordinaria Lila Kedrova. La madame
del pueblo. Vieja, sola, casi ridícula. Zorba representa el ímpetu, la vida
vista desde las ganas de experimentar, la mirada inquieta y rebelde, la
valentía. Basil es la estúpida mirada del recato, del temor. La tragedia se
encarna en la viuda solitaria; una tragedia inevitable, una tragedia que llega
desde las diferencias entre hombres y mujeres. El pasado, lo imposible de un
futuro soportado en el recuerdo y en la vejez es lo que representa la dueña del
hotel.
Cacoyannis contó con un fotógrafo
excepcional (Walter Lassally) y una dirección artística extraordinaria (la
película recuerda el feísmo y naturalismo de Federico Fellini). La película se
rodó, afortunadamente, en blanco y negro. El realizador entendió que eso que
quería contar no se puede presentar de otro modo. Y contó con una banda sonora
de Mikis Theodorakis maravillosa y que, pronto, se hizo famosísima.
Irene Papas. |
Con todo eso rodó el director ‘Zorba
el griego’. Una película sobresaliente. Llena de escenas que apestan a gran
cine. La boda de madame Hortense es un ejemplo de ello.
Todas las líneas argumentales
resultan tremendas y dolorosas. Hasta las más esperanzadoras arrastran miserias
humanas, defectos del individuo, dolor, soledad. Aunque son las mujeres las que
acumulan mayor peso trágico. Pone los pelos de punta pensar sobre los
personajes femeninos de esta cinta. La viuda y su condena por no ser propiedad
de un hombre. El botín en el que se convierte el hotel a manos de las mujeres
del pueblo. La forma de mirar el mundo de su dueña, ese no querer morir y
morir.
La película se soporta sobre un
guion brillante (adaptación de la novela de Nikos Kazantzakis). Cada frase abre
nuevas perspectivas al espectador y, aunque algunas de ellas suenan algo
literarias, funcionan muy bien formando un conjunto coherente y lleno de
sentido. La película está muy bien contada y finaliza con una escena memorable.
Es posible que esa escena fuera la única posible. Es perfecta.
G. Ramírez
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