'1917': La gran carnicería en la gran pantalla

by - septiembre 09, 2024

La Gran Guerra siempre ha sido la hermana pobre de la II Guerra Mundial; parece que despierta menos interés. Al menos, en lo que a películas de cine se refiere. ‘1917’ era una película necesaria para igualar fuerzas y para poder sumar un excelente título a la lista del género bélico.

La Gran Guerra fue una carnicería muy difícil de explicar. Millones de jóvenes murieron sin sentido alguno. Tal vez algún empresario impresentable hizo negocio aprovechando el conflicto, pero la humanidad perdió mucho por el camino. Si a los muertos en combate, diez millones en el mejor de los casos, les sumamos los fallecidos a causa de la conocida como ‘gripe española’ en el mundo entero (entre cincuenta y cian millones de seres humanos) estamos hablando de entre sesenta y ciento diez millones de muertos durante el conflicto bélico. Se dice pronto aunque representa un desastre monumental, inaguantable. Algo así solo puede contarse desde dentro. Y eso ha hecho Sam Mendes en su película '1917'.

El despliegue técnico es de los que deja atónito a cualquiera. La fotografía es fabulosa, el vestuario exacto, la peluquería y el maquillaje estupendos, la puesta en escena es una maravilla y la planificación del plano secuencia, que Mendes no abandona en ningún momento, es portentoso y se convierte en un vehículo narrativo robusto y definitivo. Es cierto que el plano secuencia juega un poco en contra del crecimiento de los personajes, pero es una herramienta perfecta para contarnos la guerra desde dentro, sin escatimar detalles de todo tipo. El problema de la película no es tanto ese protagonismo del plano secuencia como las lagunas del guion. No son definitivas aunque empañan un poco el conjunto. Solo un poco.

El guion de '1917' es muy simple, cuenta más bien poco. William Schofield (el actor George Mackay encarna este personaje con una solvencia que le abrirá las puertas de muchos trabajos) y Tom Blake (Dean-Charles Chapman está bien aunque algo más discreto que su compañero) deben evitar el ataque, contra las fuerzas alemanas, de un par de regimientos británicos. Son mil seiscientos hombres los condenados a la muerte si se produce la ofensiva puesto que la trampa alemana es formidable. Reciben la orden de ir a dar aviso y van. Son militares. Por el camino suceden cosas y ninguna es buena. Es la guerra más brutal conocida hasta la fecha. Aunque nos quedamos sin conocer las motivaciones de los personajes principales. Este es el gran problema de '1917'. No sabemos cómo crecen William o Tom, sabemos muy poco de ellos, no entendemos por qué hacen esto o aquello.

La cinta se llena de secundarios encarnados por actores de primera fila. Mark Strong, Colin Firth, Richard Madden, Andrew Scott o Benedict Cumberbatch, son algunos de ellos. Y todos interpretan a personajes que sirven como actantes, es decir, que iluminan a los principales; sabemos de los protagonistas gracias a la luz que arrojan. Mendes trata con esto de disimular las carencias del libreto, pero no lo consigue del todo. Además, algunos detalles del texto se suman para restar al conjunto. Poco aunque quedan feos en un trabajo tan admirable. Por ejemplo ¿por qué no enviar la orden de retirada en uno de los aviones que se ven durante la cinta? Las fuerzas aéreas ya eran una realidad en ese momento. Los soldados alemanes aparecen como asesinos sin escrúpulos, borrachos y malos militares (no tienen ni puntería). Cosas de este estilo que no quiero desvelar y que se pueden perdonar.

Comienza la película y te envuelve. Los efectos sonoros y visuales son una maravilla. Y, pronto, comprendemos que Mendes ha elegido la forma en perjuicio del fondo. Eso sí, nos invita a pasear entre la muerte, la indefensión, la soledad, el dolor, el sinsentido, el barro, la sangre y si me apuran, el olor a carne putrefacta y pólvora.

'1917' recuerda a 'Salvar al soldado Ryan' y las trincheras que nos muestran nos hacen pensar en 'Senderos de gloria'. Mantiene una tensión narrativa muy parecida a la de estas películas en su fortaleza.

La tercera batalla de Ypress (es la que se cuenta en la película) es para lo único que ha servido. Porque nada que tenga que ver con la guerra mereció la pena.

G. Ramírez

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