'Green Book': Nosotros y lo contrario

by - septiembre 15, 2024

‘Green Book’ (2018) es una lección maravillosa sobre cómo hacer cine de corte clásico; una lección de cómo hacer que la forma narrativa sea independiente del fondo del relato aunque cada cosa sea complementaria de la otra; una lección de humor fino, elegante y atemporal; una lección sobre cómo contar algo ya sabido haciendo parecer que es novedad mundial. Y una lección de dirección actoral. No creo que sea necesario decir que, además, los amantes de la música estarán encantados con una banda sonora en la que se incluyen temas maravillosos de la música clásica y del jazz. Los pies se mueven sin parar desde el principio. Y no solo por la partitura sino porque la película en su conjunto desprende buen rollo, vitalidad y confianza en el ser humano a espuertas.

‘Green Book’ es una película que se construye desde la contraposición. Cada cosa tiene su contraria. Si se nos recuerda un estereotipo que se aplica o aplicaba a los afroamericanos, otro, esta vez sobre los italo norteamericanos que en los años sesenta vivían en nueva York, es presentado con gracia, con buen sentido del humor y en busca de la caricatura más saludable. La melancolía y la tristeza del pianista protagonista se enfrenta a las ganas de vivir y al optimismo del chófer. El caso es que el mundo siempre puede estar del revés dependiendo del punto de vista desde el que se mire.

‘Green Book’ es una road movie como todas las demás. Cuenta un viaje en el que lo importante no es el trayecto sino el aprendizaje, lo que sucede en ese viaje. Veremos aprender a los protagonistas, uno del otro. Irán evolucionando, creciendo entre prejuicios que siempre están salvo que todo lo ordene el amor o la amistad. Además, el pianista descubrirá que el mundo reservado a los hombres y mujeres negros del sur de los Estados Unidos de América era muy distinto al que ocupa él. El chófer hace el recorrido contrario. Así es ‘Green Book’.

Peter Farrelly maneja la cámara con mimo, es económico al narrar y hace que sus actores logren unas interpretaciones fantásticas. Viggo Mortensen encarna el papel de Tony ‘Lip’ Vallelonga, el chófer que se encarga de hacer posible una gira muy peligrosa. Estupendo, divertido, comprometido con su personaje. Uno de sus mejores trabajos, sin duda. Mahershala Ali encarna al pianista Don Shirley, un músico negro que destacaba por su virtuosismo y su preparación técnica casi imposible. Don Shirley era de los que pensaban que las cosas solo podían cambiar echando valor y no a base de corcheas bien colocadas en el pentagrama. Y era gay, refinado, triste y elegante. Ali consigue un papel soberbio, apabullante. Contenido en todo momento cuando se trata de un papel que invita a cierto histrionismo.

La ambientación es exquisita. El Nueva York de los años 60 se presenta con pulcritud y lleno de detalles. Los estados sureños, igual. El recorrido por esos territorios es sobrio, más que interesante. La fotografía de Sean Porter, clásica y muy efectiva, resulta preciosa.

Green Book es una de esas películas que nos recuerdan que somos una cosa y la contraria al mismo tiempo, que un blanco puede llegar a sentirse como un negro en situaciones injustas y crueles, que un negro puede y debe ser lo mismo que un blanco. Y que a través de la música se puede expresar rabia o amor interpretando la misma partitura. La dualidad de la realidad está representada en la película.

‘Green Book’ es una auténtica delicia.

Nirek Sabal

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