‘Blade Runner 2049’: Prohibido comparar
‘Blade Runner 2049’ dirigida por
Denis Villeneuve ha sido algo discutida. Seguramente de forma injusta y, sobre
todo, al ser comparada con la cinta de Ridley Scott. Sin embargo, el despliegue
técnico utilizado para contarnos la historia del replicante K, de Deckard, de
su hija y de su entorno, es fabuloso. Se trata de un trabajo sensacional. Solo
por la soberbia fotografía de Roger Deakins ya merece la pena echar un vistazo.
Si hablamos de cine, del mismo
modo que si hablásemos de cualquier otra cosa, las comparaciones se hacen
odiosas porque entre otras cosas suelen ser injustas. Si en igualdad de
condiciones esas comparaciones son antipáticas, cuando se intenta comparar sin
ser necesario, pretendiendo que existen condiciones similares en lo comparado
sin que sea así, todo se multiplica y los resultados son inservibles.
‘Blade Runner’, la película de
Ridley Scott, causó sensación (no al estrenarse sino tiempo después) y marcó la
línea que separaría el buen cine de género de los intentos chapuceros. La
violencia elevada a la categoría de poesía, el drama elegante rozando el
lirismo, una banda sonora tan inolvidable como la estética con la que se
presentaba un futuro incierto e inquietante, un guion que dejó boquiabertos a
miles de personas y una expresividad que convertía lo explícito en estorbo
narrativo, eran ingredientes infalibles de una receta irrepetible y, al mismo
tiempo, incomparable.
Por ello, comparar la película de
Ridley Scott con ‘Blade Runner 2049’ de Denis Villeneuve no tiene demasiado
sentido. Las referencias se hacen inevitables puesto que una es continuación de
la otra, pero de las comparaciones se puede prescindir.
Denis Villeneuve trata de no traicionar
el espíritu de la primera. Y eso está muy bien aunque es mucho mejor comprobar
que el director quiere que la película tenga su propio sello. Villeneuve tira
de elegancia y de pulcritud al trabajar con la cámara en busca de encuadres
exactos, ritmos indiscutibles y una claridad narrativa impecable.
Ya sabíamos que los replicantes
eran una especie de ciudadanos de segunda obligados a hacer todo aquello que
los humanos detestan, pero en ‘Blade Runner 2049’ se apuesta por indagar más en
el problema. Ya sabíamos que Deckard podría ser un replicante y en la película
de Villeneuve que un replicante puede llegar a creer que es humano. Ya sabíamos
que el amor entre replicantes era posible y en ‘Blade Runner 2049’ sabemos que
los milagros son posibles. Me interesa un aspecto de forma especial. El amor
que se puede sentir por un holograma es cierto; tanto como el que sentimos hoy
por nuestros contactos más allá de la pantalla del móvil. Me encanta comprobar
que un replicante romanticón intenta detener una pelea brutal haciendo escuchar
al contrario una preciosa versión de ‘Can’t help falling in love’, algo que no
podía ni imaginar.
Los decorados son fantásticos; el
derroche de imaginación y un presupuesto monumental se agradecen especialmente.
La partitura de Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch (sin comparar con la de
Vangelis que era una obra de arte indiscutible) es estupenda. Y la fotografía
de Roger Deakins un lujo maravilloso (pocos fotógrafos son capaces de
aprovechar una oportunidad como esta sin cometer errores, con tanta elegancia).
El guion es algo irregular y no
remata asuntos que podrían tener mayor recorrido, aunque no es malo, ni mucho
menos. Tal vez deja algún arco dramático sin explorar en su totalidad, pero las
carencias son mínimas.
Ryan Gosling (sin un villano,
robusto en su composición, enfrente) está bien. Él no es el problema. Lo es ese
replicante llamado K (sabemos que lo es desde el primer momento) que no termina
de ser redondo. Harrison Ford hace lo que tiene que hacer y lo hace bien. Ana de
Armas está estupenda además de guapísima. Sylvia Hoeks defiende un papel algo
plano y es la que más baja el nivel... En general, todos están muy bien.
Es posible que veamos mejor esta
cinta pasado un tiempo. Suele ocurrir que algunas cosas que nos entusiasman un
día son descubiertas con la ventaja que aporta la distancia. Y este será uno de
esos casos.
Nirek Sabal
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