‘Blade Runner 2049’: Prohibido comparar

by - septiembre 06, 2024

‘Blade Runner 2049’ dirigida por Denis Villeneuve ha sido algo discutida. Seguramente de forma injusta y, sobre todo, al ser comparada con la cinta de Ridley Scott. Sin embargo, el despliegue técnico utilizado para contarnos la historia del replicante K, de Deckard, de su hija y de su entorno, es fabuloso. Se trata de un trabajo sensacional. Solo por la soberbia fotografía de Roger Deakins ya merece la pena echar un vistazo.

Si hablamos de cine, del mismo modo que si hablásemos de cualquier otra cosa, las comparaciones se hacen odiosas porque entre otras cosas suelen ser injustas. Si en igualdad de condiciones esas comparaciones son antipáticas, cuando se intenta comparar sin ser necesario, pretendiendo que existen condiciones similares en lo comparado sin que sea así, todo se multiplica y los resultados son inservibles.

‘Blade Runner’, la película de Ridley Scott, causó sensación (no al estrenarse sino tiempo después) y marcó la línea que separaría el buen cine de género de los intentos chapuceros. La violencia elevada a la categoría de poesía, el drama elegante rozando el lirismo, una banda sonora tan inolvidable como la estética con la que se presentaba un futuro incierto e inquietante, un guion que dejó boquiabertos a miles de personas y una expresividad que convertía lo explícito en estorbo narrativo, eran ingredientes infalibles de una receta irrepetible y, al mismo tiempo, incomparable.

Por ello, comparar la película de Ridley Scott con ‘Blade Runner 2049’ de Denis Villeneuve no tiene demasiado sentido. Las referencias se hacen inevitables puesto que una es continuación de la otra, pero de las comparaciones se puede prescindir.

Denis Villeneuve trata de no traicionar el espíritu de la primera. Y eso está muy bien aunque es mucho mejor comprobar que el director quiere que la película tenga su propio sello. Villeneuve tira de elegancia y de pulcritud al trabajar con la cámara en busca de encuadres exactos, ritmos indiscutibles y una claridad narrativa impecable.

Ya sabíamos que los replicantes eran una especie de ciudadanos de segunda obligados a hacer todo aquello que los humanos detestan, pero en ‘Blade Runner 2049’ se apuesta por indagar más en el problema. Ya sabíamos que Deckard podría ser un replicante y en la película de Villeneuve que un replicante puede llegar a creer que es humano. Ya sabíamos que el amor entre replicantes era posible y en ‘Blade Runner 2049’ sabemos que los milagros son posibles. Me interesa un aspecto de forma especial. El amor que se puede sentir por un holograma es cierto; tanto como el que sentimos hoy por nuestros contactos más allá de la pantalla del móvil. Me encanta comprobar que un replicante romanticón intenta detener una pelea brutal haciendo escuchar al contrario una preciosa versión de ‘Can’t help falling in love’, algo que no podía ni imaginar.

Los decorados son fantásticos; el derroche de imaginación y un presupuesto monumental se agradecen especialmente. La partitura de Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch (sin comparar con la de Vangelis que era una obra de arte indiscutible) es estupenda. Y la fotografía de Roger Deakins un lujo maravilloso (pocos fotógrafos son capaces de aprovechar una oportunidad como esta sin cometer errores, con tanta elegancia).

El guion es algo irregular y no remata asuntos que podrían tener mayor recorrido, aunque no es malo, ni mucho menos. Tal vez deja algún arco dramático sin explorar en su totalidad, pero las carencias son mínimas.

Ryan Gosling (sin un villano, robusto en su composición, enfrente) está bien. Él no es el problema. Lo es ese replicante llamado K (sabemos que lo es desde el primer momento) que no termina de ser redondo. Harrison Ford hace lo que tiene que hacer y lo hace bien. Ana de Armas está estupenda además de guapísima. Sylvia Hoeks defiende un papel algo plano y es la que más baja el nivel... En general, todos están muy bien.

Es posible que veamos mejor esta cinta pasado un tiempo. Suele ocurrir que algunas cosas que nos entusiasman un día son descubiertas con la ventaja que aporta la distancia. Y este será uno de esos casos.

Nirek Sabal

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