‘My Blueberry Nights’: Adictos al amor

by - marzo 21, 2024

 


‘My Blueberry Nights’ es una película del realizador Wong Kar-Wai. Fue su primer trabajo rodado en inglés (Wong Kar-Wai es de Hong Kong). Y tras títulos como ‘In the mood for love’, ‘2046’ y ‘Days of being wild’, enregó esta película que, si bien contiene todo el cine del realizador, tiene un fondo muy particular.

Las personas nos pasamos la vida persiguiendo todo aquello que parece que está obligado a escapar de nuestras vidas. Y eso genera momentos tristes, apáticos, dolorosos, trágicos y felices, también felices puesto que la liberación total suele generar un sentimiento de tranquilidad maravilloso. Y este es el asunto que ventila Wong Kar-Wai en ‘My Blueberry Nights’, el resto de asuntos son meros vehículos que nos llevan siempre al mismo sitio. De ellos, el vehículo que más destaca es el amor que se equipara en la película a la ludopatía o al alcoholismo. El amor es una adicción más que nos trastorna, que nos hace correr riesgos disparatados, una adicción por la que podemos jugarnos la vida sin pensarlo dos veces. Perseguimos a las personas para no liberarnos del amor porque somos adictos. Algo así.

Rachel Weisz.

Como ya es costumbre en el cine de ‘My Blueberry Nights’, la noche es la gran protagonista. Al realizador le gusta la noche, le gusta que las cosas se desarrollen en calles semivacías, mojadas por una lluvia que ha desaparecido aunque convierte el entorno en algo más melancólico de lo que es, las luces brillan aquí y allí (rojas, azules, verdes), los trenes se mueven a toda velocidad destrozando esa tranquiliad que la noche esconde y que pocas veces aparece en todo su esplendor. Todo lo que pasa en la noche parece más definitivo, más rotundo, más irresoluble.

El guion entrelaza tres historias de amor: amor sin condiciones; amor imposible; y amor oculto. Entre dos casi desconocidos a los que une la búsqueda de sí mismos, entre dos seres torturados que no pueden vivir sin el otro aunque tampoco con él o ella y que se encuentran unidos por el alcohol, entre una hija y su padre a los que une  el juego y una vida en la que la necesidad de cariño se atrofia sin remedio.

Jude Law y Norah Jones

El personaje que encarna Norah Jones sirve de hilo conductor para el conjunto. La cantante y actriz no está mal aunque canta mejor que actúa. Jude Law es el hombre que espera eternamente a ese amor que no quiere condicionar de ninguna de las maneras. Su trabajo es correcto. Rachel Weisz (Sue Lynne  la mujer fatal de un pueblo olvidado que no sabe cómo escapar ni del lugar ni del amor) y David Strathairn (Arnie, un policía desesperado que cada noche celebra que va a dejar de beber) beben, se odian, se aman, se destruyen; ambos están estupendos y consiguen personajes creíbles y sólidos. Y Natalie Portman es la jugadora que llega tarde a casi todo porque su amor es el juego y requiere toda su atención. La actriz firma un trabajo atractivo, magnético. Vemos a los personajes a través del vidrio, meditando y dejando que descubramos su estado de ánimo. Les vemos en encuadres que el realizador trata de convertir en pura poesía, unas veces con éxito y otras con menos.

Se le ha criticado mucho al director que nos endose historias de segunda envueltas en papel de lujo, que lo importante es el guion y no la estética. Y eso es cierto aunque no en el caso de Wong Kar-Wai porque esa poesía visual forma parte de la zona expositiva más expresiva. No hace falta que sea una frase la que ordene el universo de un personaje;  a veces, con una mirada es suficiente.

Norah Jones y Natalie Portman.

Una parte fundamental de la película es la banda sonora. Es una maravilla. Ry Cooder organiza un trabajo estupendo: ‘The Story’ de Norah Jones. ‘Living Proof’ de Cat Power. ‘Ely Nevada’ de Ry Cooder, una versión a la armónica de la inolvidable ‘Yumeji’s Theme’ compuesta por Shigeru Umebayasi para ‘In the mood for love’ o ‘Skipping Stone’ de Amos Lee son algunos ejemplos.

La fotografía de Darius Khondji, oscura, detallista y siempre en busca de los primeros planos y de expresiones hondas y detalladas, es muy bonita. Rachel Weisz se lleva la mejor parte. El desenfoque y el movimiento de la cámara parece estar buscando lo mismo que los personajes.

‘My Blueberry Nights’ es una película muy agradable de ver. Si puede ser en versión original mucho mejor.

G. Ramírez

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