'El círculo rojo': Todos los hombres son culpables

by - marzo 19, 2024


Si hablamos de bajos fondos, de cine negro, de clubes nocturnos o de una zona de la realidad en la que predomina el gris, tendemos a colocar una banda sonora que, aunque muchos no lo sepan, suele estar compuesta por temas de música jazz.

Durante los años 30 y 40, efectivamente, el swing sonaba alrededor de ese mundo frenético, hostil y peligroso, en el que se movían gánsteres y gentes de mal vivir. En realidad, sonaba en cualquier parte, pero el cine negro norteamericano dejó en el ideario común esas potentísimas imágenes en las que los malos bailaban con la vida y con la muerte a ritmo de jazz.

El cine negro francés, conocido como cine polar, tiene un claro exponente en el trabajo de Jean-Pierre Melville (1917-1973). Elegancia con la cámara, simplicidad narrativa, expresividad en cada imagen que trata de ser un poema en sí misma y cierta tranquilidad al narrar, son las características que marcan el cine de realizador francés.

'El círculo rojo' ('Le cercle rouge', 1970) es una de esas películas con las que Melville quiso retratar el mundo más turbio; una historia esencialista, finamente estilizada y económica hasta la extenuación con los diálogos. Un existencialismo salvaje recorre la cinta de principio a fin acompañado de la banda sonora de Éric Demarsan que utiliza el jazz con gusto para que las imágenes, sin invasiones, queden matizadas y contorneadas, perfectamente. Si hay una fiesta suena el jazz, si los protagonistas entran en un club nocturno escuchamos jazz, si el peligro es inminente escuchamos jazz.

La premisa con la que trabaja el realizador la toma de la filosofía de Nietzsche: Todos los hombres son culpables. Nacen inocentes, pero les dura un suspiro. Y aquí comienza a dibujar un mundo en el que todos son buenos, en el que todos están a punto de cometer un error para convertirse en una alimaña. Pero, también, juega con el honor de los delincuentes a los que endosa la filosofía samurai para que crezcan desde todos los lados posibles.

La película de Jean-Pierre Melville es uno de los mayores y mejores exponentes del cine polar francés. Todos los ingredientes de la novela negra se concentran en cada imagen de El círculo rojo.

La película de Melville resulta gélida, de una frialdad hiriente. Y, visualmente, poética. Sin palabras es capaz de hacernos comprender lo que está pasando. Dos hombres, frente a frente. No se conocen. Casi no se hablan. Intercambiando un paquete cigarrillos, un mechero y la mirada, sabemos que serán amigos hasta la muerte.


Corey (Alain Delon) sale de la cárcel. Ese mismo día, un asesino peligroso, Vogel (Gian Maria Volontè), logra escapar de la vigilancia del correoso y perseverante comisario Mattei (Bourvil). Corey y Vogel se encuentran de modo fortuito. Corey decide al instante que Vogel será su mejor compañero de fechorías. Recurren a un antiguo policía Jansen (Yves Montand), retirado y alcohólico, para que les ayude a perpetrar un robo espectacular.

La película habla de amistad y de honor (los malos también manejan esos valores aunque de una forma algo extraña). La cámara de Melville busca, con distintas velocidades en el movimiento, que el espectador vaya construyendo el universo que se le ofrece. El detalle con el que está narrada la escena del robo es maravilloso; lo rápido que pasa por detalles que no iluminan gran cosa se agradece. Los tonos elegidos por el fotógrafo son apagados y van de los cremas a los azules buscando un contraste claro entre las personalidades de los personajes. Y el montaje de la cinta es espléndido.


La película tiene algunos problemas evidentes que no se pueden ocultar. El robo se comete en una joyería con un sistema de seguridad impresionante, pero la ventana del baño no tiene ni siquiera barrotes; el alcoholismo de uno de los personajes desaparece de un día para otro como por arte de magia, un cabaret tiene vistas a la calle... Todo esto es verdad. Tanto como que la mujer en el cine de Melville, y en esta película en concreto, queda relegada a los papeles más insignificantes. Sin embargo, 'El círculo rojo' es una excelente película, contiene una banda sonora que rebosa jazz, Alain Delon defiende su papel más que bien y el realizador nos ahorra ese tipo de diálogos insoportables con los que se llenan las películas desde hace años.

Merece la pena ver la película.

Nirek Sabal


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