'Funny Games': No todos somos unos tarados
Michael Haneke es capaz de lo mejor y de lo peor. Tan pronto
presenta un peliculón como un desastre absoluto revestido de falsa genialidad.
‘Funny Games’ es una de sus películas y la que más escorada se encuentra hacia
el lado del desastre total. Personajes imposibles, diálogos pretenciosos y una
originalidad muy, muy, gastada.
'Funny Games' fue dirigida por un Michael Haneke que olvidó
la genialidad en algún lugar desconocido.
Un matrimonio y su hijo de seis años son asaltados en su
casa de descanso por dos jóvenes. El resto del argumento no lo pienso
mencionar. Por respeto a los que aún no han podido ver la película y porque no
hay mucho más que contar. Entre planos fijos interminables y aburridos e
injustificados, entre unos diálogos que juegan al sarcasmo con la violencia,
entre un discurso completamente imbécil sobre lo que es realidad y ficción,
entre personajes poco creíbles, entre reacciones de estos completamente
absurdas, entre errores narrativos imperdonables (¿los personajes de Haneke
nunca duermen? ¿los padres que ven morir a su hijo procuran llamar por teléfono
en lugar de desesperarse ante el cadáver?), entre estas cositas, se desarrolla
una trama disparatada y mal construida. Haneke, que es muy astuto en este caso
(eso sí que hay que reconocérselo) juega a dejar cosas por el camino que
justifique el desastre que filmó. Como el discurso sobre realidad y ficción es
patético, hace que unos de los personajes pueda agarrar el mando a distancia de
la televisión para volver atrás en la trama evitando que los buenos puedan con
ellos (uno de los criminales es el que hace esta patochada). Con ello justifica
que un par de personajes muy tarados, pero, a la vez, muy fáciles de reducir
hagan lo que Haneke quiere que hagan sin problema alguno. Todo es así de
lamentable o muy parecido. La justificación en 'Funny Games' para Haneke no
existe. Le han dicho que es un genio y él ha decidido hacer lo que hacen los
genios. Lo que no sabe Haneke es que los genios no hacen lo que les da la gana,
que eso lo hacen los que quieren parecerlo y no lo son. Pero astuto sí es este
hombre. Tiene un par de personajes que son asesinos psicópatas. Muy educados. Y
desde una ironía barata habla del pasado de uno de ellos (aparte de asesino y
loco debe ser tonto de baba) para crear el personaje. Como lo que dice es una
idiotez juega a que parezca que lo dice medio en broma medio en serio. Siembra
la duda porque le han dicho que los genios lo hacen. Qué cosas. Haneke intenta
crear un clima opresivo, del que nada puede escapar. Sería injusto si no dijera
que los veinte primeros minutos son, francamente, brillantes. Pero la propuesta
del director se queda en nada a partir de ese momento. Hace algo que, ni tiene
nada de original, ni tiene el más mínimo sentido narrativo. El asesino que
pinta como el jefe del asunto se dirige hasta en dos ocasiones al espectador.
Le pregunta, le intenta involucrar. ¿Desde cuándo el espectador tiene que tomar
partido, desde cuándo el espectador tiene que hacer el trabajo del director
(dar respuestas o mostrar posibles rutas para llegar a ellas)? Haneke no
termina de comprender que insultar al espectador (a su inteligencia) no es
transgresor. Es una torpeza que a muchos (a los que creen que es un genio) les
puede parecer una genialidad. Una lástima que esto ya esté hecho hace años
tanto en cine como en literatura. No es nuevo. Y es una pena que nadie le diga
a este hombre que la mala educación no tiene nada que ver con la genialidad.
Haneke intenta crear un clima opresivo. |
'La cinta blanca' (película firmada por este mismo director)
sí es más genial que otra cosa. Pero esto no, esto es un insulto a la
inteligencia. Mucha violencia, mucho plano fijo, mucho diálogo con pinta de
importante y poco de genialidad.
Una última cosa antes de acabar. En el salón uno de los
malos mira el televisor. Escenas de violencia. Los canales sólo se diferencian
en el tipo de violencia. Poco después, el mismo tipo, mete un tiro a un crío de
seis años delante de sus padres. El compañero se prepara un bocadillo en la cocina
como si nada. Intenta Haneke jugar con esa violencia televisiva y la respuesta
que se puede encontrar en la sociedad. Quizás Haneke cree que todos somos como
sus personajes, que estamos igual de tarados. Quería decir esto antes de acabar
porque me indigna que un tipo que podría ser grande de verdad haga estas cosas
y que le aplaudan. Si se tirase un pedo lo harían igual. Y ahora sí que lo dejo
porque empiezo a sentir unas ganas incontrolables de decir lo que pienso sin
pensar en que alguien lo leerá.
Si no han visto la película no lo hagan. Si ya la vieron,
mala suerte. Eso sí, cabe la posibilidad de encontrar un genio. Nunca se sabe.
Nirek Sabal
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