‘Prometheus’: Los científicos más tontos de la historia de la humanidad
‘Prometheus’ es la precuela de ‘Alien, el octavo pasajero’, pero es una película fallida por muchas razones. Muchas de ellas ridículas. Una superproducción que se queda en un mal intento.
Imaginen ustedes que les encargan
escribir un guion para una película de cine. Les dicen a ustedes que la cosa va
de contar el viaje espacial más importante para la humanidad desde que lo es,
puesto que la nave y su tripulación van en busca de los creadores del hombre.
Un reto ¿verdad? Si, además, el director de esa película es Ridley Scott y todo
pasa por ser una precuela de su obra maestra ‘Alien: el octavo pasajero’, el
asunto puede producir un ataque de ansiedad por su importancia.
Pues eso le debió pasar a Damon
Lindelof (sí, el mismo que escribió el gran timo televisivo que resultó ser la
serie ‘Perdidos’). Pero debió darle el ataque sin que lograse reponerse hasta
después de entregar el trabajo. De otro modo no se explica que alguien escriba
semejante estupidez como es este guion. El director, el señor Scott, debió
pensar que todo daba igual, que él lo arreglaría con efectos visuales
grandiosos, escenarios alucinantes, una puesta en escena elegante y un montaje
que eliminara cosas para idiotas profundos.
Lógicamente, se equivocó porque
un guion nefasto es mal compañero de viaje a pesar de cargar con millones de
dólares. Ni efectos visuales y especiales, ni una cuidada producción, ni esa
puesta en escena tan elegante y profesional, ni nada de nada, puede con la
carga de un pésimo guion. Si el objetivo era hacer pasar un buen rato al
espectador, vale. Porque la película es espectacular si nos centramos en muchas
de sus escenas. Aunque eso convierte ‘Prometheus’ en candidata a ser olvidada
con rapidez. Si sumamos a todo esto que, comparada con ‘Alien’,’Prometheus’
parece la prima del pueblo, el olvido es inmediato y obligado para cualquier
amante del cine.
El guion de Lindelof debería
incluirse en los temarios de las escuelas de cine del mundo entero. Bajo el
título: ‘Lo que nunca nadie debe hacer si quiere escribir un buen guion’.
Algunos detalles que les pueden
ayudar a hacerse una idea del desastre que representa este trabajo (a partir de
aquí se desvelan datos de la trama):
El viaje interespacial es de suma
importancia. Pero, qué cosas, cuando después de dormir plácidamente durante más
de dos años, el robot despierta al personal y resulta que no se conocen entre
ellos. Supongo que se prepararon el viaje por internet. Chateando y eso.
Bien. Ya despiertos, nos dicen
que allí están los mejores. Era de esperar ante la importancia de la misión.
Pero siendo los mejores parecen tontos de capirote. Llegan al planeta de
destino y, sin la más mínima preparación o estrategia científica se suben a los
vehículos y se lanzan a explorar un lugar inmenso, desconocido y, posiblemente,
peligroso. No voy a mentir; hay una justificación. Uno de los superlistos dice
que es navidad y que él va a abrir sus regalos; es decir, quiere encontrar
marcianitos. Por supuesto, alguien hace una lectura del aire que resulta ser
respirable. Cascos fuera. Venga que aquí no pasa nada. Un científico no haría
algo así. Ni usted ni yo. Pero para esta tripulación la cosa va de llegar y
hacer lo que a uno le da la gana. Todos regresan, excepto dos. Se quedan dentro
de lo que llaman la cúpula. Uno de ellos ha sido capaz de levantar un plano
tridimensional del lugar, es geólogo experto, pero se pierden y, por ello, no
vuelven a la nave con los demás. Como todo el mundo sabe, los científicos que
viajan al espacio no distinguen la derecha de la izquierda, ni arriba o abajo.
Por supuesto, cuando aparece un bicho con muy mala pinta; pero mala de verdad; en
lugar de salir pitando, el otro, el que sabe de estas cosas, cree haber
encontrado un cachorro de pastor alemán y le trata de enseñar a dar la patita.
El espectador ya sabe que es una mutación de lombriz (a saber de dónde han
salido las lombrices; mejor no pensar en ello para no irritarse más). La
lombriz ha tenido contacto con un líquido negruzco y desconocido y se ha
convertido en un ser terrible. Pero Einstein lo confunde con Toby.
Más detallitos. Una del grupo
queda embarazada. De su novio que es el que se quita el casco en primer lugar.
Este ha sido infectado por el líquido negro y desconocido. El androide de a
bordo ha sido el causante. Él (el novio) ve cómo un gusano le sale del ojo.
Pero no pasa nada. Va como si nada a la siguiente misión de exploración. Soy
científico y soy más tonto que pichote.
Bien, pues el lumbreras es el
padre de la criatura que ha sido concebida tras tomar (papá) el dichoso
líquido. La madre, tras enterarse del asunto y saber que la quieren dormir para
trasladarla a la tierra en estado de buena esperanza; esto es, con un calamar
muy cabreado dentro; decide hacerse una cesárea. Para ello decide utilizar la
máquina que está situada en una cabina de salvamento. Esa cabina es de la jefa
de todo este lío y le permitirá vivir durante dos años si la utiliza. La
máquina opera sola, pero sólo a hombres. Qué cosas. ¿Para qué querría una mujer
esa máquina? El caso es que el calamar es extraído y la mujer debidamente
grapada. ¿Qué hace ella? Lo normal. Correr una maratón, pelear con unos y otros
y resistir la caída sobre su cuerpecillo de una nave de, digamos, 5.000.000 de
toneladas. Como lo oyen. ¿Cómo se libra de una muerte segura? Muy sencillo. Al
huir cae junto a un adoquín que impide el aplastamiento. No hace falta decir
que en su carrera, al huir de la mole que le cae encima, no modifica la
trayectoria ni un centímetro. La dirección coincide, exactamente, con la de la
nave cayendo.
El detalle más estúpido se
produce cuando el capitán de la nave ha de interceptar a otra que huye con el
bicho malo dentro; se trata de estampar su nave contra la que escapa y, llegado
el momento grita a su compañero con las manos en alto ¡Sin manoooooosssss!
Horrendo.
Estos son algunos detalles
lamentables aunque no están todos. Pero es que, además, los personajes son
superficiales y el espectador no puede entender nada de lo que pasa al no
empatizar con nadie. Como es lógico, la carga dramática se desvanece por
completo.
Ridley Scott se traiciona a sí
mismo al meter por medio de este desbarajuste a su ‘Alien’. Sin un buen guion
no hay nada que hacer y cualquier cosa que esté próxima puede salir dañada.
Creer que lo demás puede ser la solución es una metedura de pata enorme.
Tampoco está muy afortunado sumando planos muy cortos durante mucho tiempo. La
película es muy deudora de ‘Alien’ (salvando las enormes distancias, claro).
Contiene casi todo lo que funcionó en esa obra maestra convirtiendo todos los
aciertos en una mala copia sin pies ni cabeza, sin nada en lo que sostenerse
mínimamente.
Las interpretaciones son bastante
normalitas. Se libran de la mediocridad Fassbender y Charlize Theron, aunque
sin grandes lujos. Y lo de elegir a Guy Pearce para interpretar a un anciano en
lugar de contratar a un anciano de los de verdad es incomprensible.
Pues todo esto se acompaña de una
música omnipresente y excesiva que no dice gran cosa a pesar de todo.
En fin, una película mediocre.
Entretenida y visualmente potente por la técnica utilizada. Nada más.
Nirek Sabal
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