'Vive y deja morir': 007 se convierte en un chiste
La octava entrega de la serie protagonizada
por James Bond coincidía con la presentación de Roger Moore en el papel protagonista.
Comenzaba, por tanto, una racha de las malas para 007. La pero de todas para
ser exacto. ‘Vive y deja morir’ es la adaptación al cine de la novela homónima de Ian Fleming ‘Live And Let Die’ y fue dirigida por Guy Hamilton, un
realizador que ya había firmado una película anterior de la saga (‘James Bond contra Goldfinger’,
1964). Se estrenó el año 1973 y los productores seguían siendo Saltzman y
Broccoli.
La película es flojita y no tiene
nada que se pueda salvar de la irrelevancia o de la mediocridad.
James Bond sigue siendo
mujeriego, elegante e irónico aunque ya no bebe martinis, ya no lleva sombrero
y fuma puros en lugar de cigarrillos. Moore trata de suavizar la dureza de
carácter del personaje aunque lo convierte en un ser bastante prescindible. Por
otra parte, el villano, Dr. Kananga o Mr. Big, no termina de funcionar; de la
novela al cine pierden su esencia por completo.
Si bien es cierto que el arranque
de la película es prometedor, todo se viene abajo entre chistes bobos, excesos
argumentales, escenas imposibles y una incoherencia fuera de lo normal. Persecuciones
sin emoción, ‘gadgets’ bastante normaluchos y poco más.
La participación femenina en la película,
miss Caruso (Rose Carter), Solitaire (Jane Seymour) y Rosie Carver (Gloria
Hendry) se limita a lo superficial del personaje y a servir de forma casi
absurda a los intereses del personaje principal. Para ser justo tengo que decir
que Jane Seymour está guapísima y aporta un toque simpático al desastre
general.
Firma la partitura George Martin,
antiguo productor de los Beatles, y presenta una atractiva mezcla de ritmos pop
y funk que se van entrelazando con el tema original de la serie. La canción
central y más importante es de Paul y Linda McCartney y fue nominada al Premio
Oscar a la Mejor canción que perdió ante ‘The Way We Were’.
En definitiva, no se puede decir
de esta película nada bueno sin ser condescendiente. Se trata de una comedia
muy superficial que no ha resistido el paso del tiempo y que tampoco resistió
los primeros cinco minutos tras el estreno.
Desde la primera escena, todo se
tiñe de chiste fácil, de cine barato y las escenas hacen gala de ello. Un ejemplo
que no pasa desapercibido se encuentra la final de la película: Bond introduce
en la boca del villano una bala de aire comprimido; el villano explota tras inflarse
como un globo de feria y no deja ni una mancha en las paredes; llega la chica
Bond y pregunta por el terrible hombre que acaba de morir y Bond le dice ‘Querida,
estaba tan hinchado de orgullo que estalló’. Y así casi todo.
G. Ramírez
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