¿Cine o literatura?
Imaginemos que un muchacho de
trece o catorce años se aburre en casa, o pasa más tiempo del deseado por sus
padres frente a la consola. Ya sabemos lo que va a pasar. Tarde o temprano, le
dirán que sería mejor que se pusiera a leer un buen libro. Vamos a seguir
imaginando. El muchacho, que está en edad difícil, decide, por una vez, buscar
un libro en la estantería de su padre. Los recomendados para su edad le parecen
relatos para lo que ellos llaman friki. Casi al azar, agarra un ejemplar de ‘El
corazón de las tinieblas’ de Joseph Conrad. Se sienta y comienza la lectura. A
los quince minutos, la humanidad ha perdido a un posible lector. No le interesa
nada de lo que le cuentan; el lenguaje le parece anacrónico, difícil; es todo
un esfuerzo pasar de línea. Alguien puede decir que ese libro no es para un
chico de su edad. Yo digo que esa es la excusa estúpida que se utiliza para
justificar que nuestros jóvenes lean (sólo) libros de niños magos. Si papá o
mamá se ocupasen de guiar cualquier tipo de lecturas otro gallo cantaría. Ah,
claro, es que papá y mamá no leen, o leen otras cosas o no tienen tiempo.
Perdón, no me acordaba.
Puestos a imaginar, sigamos los
pasos de nuestro jovencito por la casa. Decide ver una película. Busca y
encuentra una copia de ‘Apocalypse Now’. Esta es de guerra, piensa. Y se anima
con ella. Se la traga de principio a fin. Alguna parte le aburre algo más, pero
termina viendo todo. Alguien puede decir ¡pero bueno, si esta película es
violenta y horrible! ¡Cómo mi niño va a ver algo así! Lo dicen porque no se
acuerdan de que su niño ha estado matando miles de enemigos en su consola y que
si no lo ha hecho -porque en casa lo tiene prohibido- lo hará en casa de un
amigo y sin ningún tipo de control. Oh, pero se produce un milagro. El chaval
pregunta a su padre sobre la película. Comentan algunas cosas y nuestro
jovencito se queda fascinado cuando su padre le dice que la película es una
adaptación de la novela de Conrad. El muchacho vuelve a ver la película un par
de veces sin terminar de entender lo que le cuentan y, voilà, un buen día lo
intenta con ‘El corazón de las tinieblas’, por si caza algo más.
Creo que, más o menos, en este
lugar es en el que estamos. Las generaciones nuevas saben ver las cosas muy
bien. Igual que antes se contó de maravilla mientras otros escuchaban con
atención o se leyó en soledad. Ahora, la puerta de entrada es la imagen. Entonces,
la pregunta obligada es ¿por qué no intentamos que los muchachos lleguen al
mundo de la ficción a través del cine para que luego traspasen la frontera
hacia la literatura? ¿Qué peligro vemos en ello?
Un niño puede tardar en leer un
libro entre dos o tres semanas. Eso si lo acaba. Un niño puede tardar en ver
una película lo que dura esta. Hora y media. Dos horas. Lo que sea. El mundo se
mueve a toda velocidad. ¿Se perderá por el camino la literatura? No. Rotundo.
Quien se interesa por un aspecto concreto del arte termina interesado por el
arte entero. Se trata de descubrirlo. Porque quien aprende a ver un mundo nuevo
en una película quiere descubrir otro más donde tenga que buscar. Ese esfuerzo
para buscar pasa a ser accesorio.
He de decir, por no ser tramposo,
que todo esto es el resultado de observar los progresos de mis sobrinos con
respecto al relato. Con uno intenté que la literatura fuese la primera de las
opciones. La cosa salió regular. Otro es el que está leyendo a Conrad. Y los pequeños
harán lo que quieran. Sólo les tengo prohibido leer algunos libros que parecen
estar escritos para tontitos y las obras de teatro en las que el actor sale al
escenario dando voces para que ellos hagan lo mismo al contestar preguntas
idiotas. Tonterías las justas. Ah, y son chicos de lo más normales. Buenas
notas, capacidad para debatir los asuntos de su interés, tienen amigos y se
relacionan con naturalidad. En fin, normales y corrientes.
Piensen sobre ello. Tal vez
estemos más de acuerdo de lo que pueda parecer en principio.
Nirek Sabal
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