'Octopussy': Mucho entretenimiento (?) y un 007 vacío
En 1983, cuando se estrena ‘Octopussy’,
el nivel de aniquilación del personaje se eleva hasta límites asombrosos. Un
007 al que le falta un andador, una idiotez en el guion fuera de lo normal y
unos diálogos lamentables, son ingredientes de un trabajo bastante lamentable. Alguien dijo que la película es entretenida y se
deja ver. Pero no hay quien, siendo seguidor de Bond y amante del cine, pueda
mirar la pantalla sin ruborizarse.
‘Octopussy’ nace de la lectura de dos relatos breves firmados por Fleming. ‘Octopussy’ y ‘Property of a lady’. De
ahí sale la primera idea que, más tarde, se mezcla con un guion (firmado por George
MacDonald Fraser, Richard Maibaum y Michael G. Wilson) que nada tiene que ver.
Un refrito espantoso. Esta es la 13ª entrega de la serie y la sexta en la que
aparece, por desgracia, Roger Moore. En ese momento, 1983, Indiana Jones se
mueve con fuerza por las pantallas y se trata, con esta película, de emular las
aventuras del héroe. Lógicamente, sin resultado alguno. Para que ustedes se
hagan una idea, James Bond aparece gritando como Tarzán y se lanza de liana en
liana. Pero, además, va de un lado a otro a caballo (¿recuerdan a Indiana?)
tratando de parodiar las persecuciones propias de los westerms; y, si se trata
de agua, se traslada dentro de un cocodrilo mecánico. Como remate, Bond se
disfraza de payaso en un auténtico clímax de patetismo (una excelente metáfora
de la época Moore).
Con estos mimbres, John Glen hace
lo que puede. Sin resultado positivo, tampoco. Vemos una persecución en la
jungla india que está mal rodada, mal montada y mal rematada. Una constante en
la película. Y es que cuando no hay de donde sacar es mejor dejarlo estar. Por
otra parte, la credibilidad narrativa es nula. El circo femenino de ‘Octopussy’
es, no solamente poco creíble, es un desastre interpretativo.
Los villanos, Louis Jordan y Kabir Bedi, no son más que secundarios planos que si los cambiasen por otros distintos, sería lo mismo. Y las chicas Bond, Maud Adams (la única que repitió durante la serie) y Kristina Wayborn, son como floreros en la trama. Por cierto, Bond vuelve a ser el de ‘La espía que me amó’, en cuanto a su relación con la protagonista que queda reducida a una especie de caniche desvalido y necesitado de un amo protector.
Se salva del desastre la escena
inicial en la que Bond escapa a bordo de un avión muy curioso y no está mal la
escena final que se desarrolla en otro avión más convencional (esta vez es una
pelea en el exterior de la nave y en pleno vuelo).
Desmontar un personaje con el
carisma de James Bond ya parece una herejía. Hacerlo para convertirlo en un
fantoche debería ser un delito con posibilidad de grandes penas. Porque hacer
una mala película de aventuras, no tener gracia o querer ganar dinero
ofreciendo un pastiche, tiene cierta justificación y lo han hecho muchos y
muchas veces; pero hacer esto con un personaje como el de Fleming no tiene
perdón alguno. Veintiocho millones de dólares de presupuesto; veintiocho
millones de dólares tirados a la basura. Por cierto, se libra del desastre la
música de John Barry, una partitura que incluye temas tan agradables como ‘Arrival
At The Island Of Octopussy’ o ‘The Palace Fight’. La canción que suena al
comienzo y al final, ‘All Time High’ la interpreta Rita Coolidge.
G. Ramírez
0 comments