'El séptimo sello': Dios y Bergman no terminaron de entenderse
Edad media en Suecia. El texto del
Apocalipsis resonando de forma intermitente. La peste negra avanzando sin
encontrar obstáculos a lo largo de Europa. Una Iglesia que convierte cualquier
mal en castigo divino. Teatro. Un matrimonio feliz. Una mujer acusada de ser
bruja, a la que han roto las manos, a punto de ser quemada. Un bebé. Una mujer
que no habla. La muerte. Infidelidad. Un matrimonio deshecho. Un escudero que
habla con criterio, con ironía e inteligencia. Un caballero intentando
encontrar el sentido de la vida, atormentado. La muerte. Y un tablero de
ajedrez. Estos son los ingredientes que mezcla Ingmar Bergman en su película 'El
séptimo sello'. Película extraordinaria.
Dios y Bergman no terminaron de
entenderse. Entre otras cosas, porque Bergman no podía escucharle (le acusaba
de silencioso en exceso, cosa, por otra parte, muy normal). Denuncia recurrente
en el cine del autor sueco. Bergman y las religiones no hicieron nunca pareja.
La brutalidad, la torpeza y la ignorancia con la que se manejó la Iglesia
durante el medievo llevando a la humanidad a su zona más oscura, es otro de los
asuntos que Bergman airea. Y elige como vehículo fragmentos del Apocalipsis, un
libro bíblico lleno de simbología, cerrado sobre sí mismo, pero que lanza un
mensaje muy claro: el día del juicio final cada uno de nosotros recibirá lo que
se merece, los pecados serán una lacra y la bondad un billete directo al cielo.
Y en primera clase. Bergman sentía y expresaba una angustia ante la vida
extraordinaria. El sentido de la vida es algo inalcanzable, algo que descubriremos
tras nuestra muerte si es que existe algo más allá.
Todo ello sumado a la
superstición, a la maternidad, al fanatismo, al teatro. Luces y sombras. Ese es
el universo planteado. Bergman ataca la existencia del hombre dibujando todas
las dudas que podemos imaginar.
Un caballero regresa de hacer una
cruzada. Se encuentra con la muerte y logra que alargue su vida hasta terminar
la partida de ajedrez a la que le reta. El caballero busca un sentido a su
existencia que no encuentra. Entre otras cosas por la superchería con la que
carga; enrocado en la religión y en las creencias más ridículas se olvida de
ser persona, de crecer como tal. Junto a su escudero intenta llegar a su
castillo. Por el camino se encontrarán con un grupo de cómicos. Unos de ellos
visionario, otra es su mujer, el que dice ser director del grupo y un bebé. La
claridad en la mirada del matrimonio y el niño se contrapone con el resto del
mundo. Irán encontrando gentes y lugares mientras la partida avanza. La
importancia de la maternidad, de la infancia y del teatro se deja notar durante
toda la película. Bergman utiliza símbolos que anuncian lo que ocurrirá, que
dibujan el mundo. El vuelo estático de un águila que anuncia la muerte. Las
fresas como representación de la juventud y el erotismo de la madre. Todo el
cuidado, todo el mimo, en cada imagen, en cada frase. La fotografía
expresionista y en blanco y negro de Gunnar Fischer explora distintos puntos de
vista e investiga con la oscuridad. La música acompaña la imagen sin intromisiones.
La partitura la firma Erik Nordgren y sólo toma prestado un fragmento del Dies
Irae.
Max Von Sydow aporta tranquilidad
y un ritmo pausado con su actuación; Bibi Andersson, brillantez, una
luminosidad necesaria; Bengt Ekerot, sobriedad. Todos están muy bien. Todos sin
excepción.
El final de 'El séptimo cielo' es
fantástico (si no han visto la película deberían dejar de leer aquí). Antonius
Block, nuestro caballero, pierde la partida. Pero antes permite que el
matrimonio con su hijo se puedan alejar del campamento. La muerte irá a por él
y a por todos los que le acompañen en ese momento. Sin embargo, arrastra tras
de sí a todos los demás sin advertirles. Ya en el castillo espera la esposa del
caballero. Y llega la muerte para llevarse a todos, agarrados unos a otros.
Pero ¿por qué el caballero no intenta salvar a los otros? Si acudimos al
simbolismo y a lo que representa cada uno de los personajes, veremos que cada
uno se complementa con el siguiente. Sólo faltan allí las miradas claras y
limpias del matrimonio y su pequeño. Porque a ellos no se les juzgará. Eso
queda para el resto. Entre todos suman defectos, pecados, las causas por las
que el ser humano merece rendir cuentas. Dejo al lector que sea el que busque
esa simbología, muy evidente, por otra parte; que sume para comprobar que el
resultado de unir a todos ellos da como resultado al ser humano sumido en la
oscuridad. ¿No será por eso que la muerte los lleva a todos y sin que se
suelten unos de otros?
'El séptimo cielo' es magistral.
Merece la pena echar un vistazo a la cinta. De verdad.
Nirek Sabal
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