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Dos minutos, cuarenta segundos y una claqueta




Daniel Craig en 'Casino Royale'

‘Casino Royale’ ocupa el puesto 21º de la serie ‘007’ y es la primera en la que aparece Daniel Craig, un actor al que se le discutió desde el principio y por cualquier cosa. Los productores decidieron contar con él y arriesgaron con todo en contra. Su olfato no les engañaba porque con todas las pegas que se quieran poner al aspecto físico de Craig (del todo exageradas, por cierto) James Bond volvió a ser lo que fue en la primera novela de Ian Fleming primera novela de Ian Fleming, James Bond volvió encarnado por un Craig sensacional que ya forma parte de la historia de la saga con letras de oro.

‘Casino Royale’ fue la primera novela escrita por Ian Fleming con James Bond como protagonista. El autor dijo que iba a escribir una novela de espías, de agentes secretos, distinta a todo lo conocido y lo consiguió a la primera. Fleming creo un mito que ha tenido diversos rostros, diversos cuerpos, diversas formas de luchar contra el mal y diversos modos de aparecer, algo que, por otra parte, solo puede soportar un mito. Ahora bien, James Bond es James Bond. Los rasgos del personaje de Fleming son nítidos y constantes: Bebedor, implacable, irónico, misógino, mujeriego, siempre fuera o en el difuso límite de lo establecido. Y es importante tener en cuenta que, si en las películas que se han filmado el personaje se ha distanciado del Bond original, el fracaso ha estado muy cerca.

Un momento de la partida de Baccarat que juegan los protagonistas en 'Casino Royale'

En ‘Casino Royale’, 007 es él. Comete asesinatos sin que le tiemble el pulso, trata a las mujeres como objetos que puede rentabilizar, es un atleta completo; astuto y especialista en forzar las situaciones con los malos y con los buenos. Pero, también, se enamora, sangra, recibe golpes que le hacen tambalearse; es un hombre roto, un solitario que no puede ubicarse de ninguna de las maneras. Este 007 (junto con el que interpretó Timothy Dalton) es el más próximo al de Fleming.

Lo interpreta un excelente Daniel Craig. Magnífico su trabajo. Sin aspavientos, sin grandes alardes, sólo con lo que es necesario para que el personaje tome forma. Ni más ni menos. El espectador tiene la sensación de estar ante el verdadero Bond. Le acompaña una bellísima Eva Green, actriz que parece muy poco valorada para lo que hubiera podido ofrecer. No es tan explosiva como otras chicas Bond, pero su papel se ciñe a un tipo de mujer y a una relación con el agente secreto muy esencial en las novelas de Ian Fleming. El villano (muy pegado al de la novela) cumple bien como tal y el actor que lo encarna, Mads Mikkelsen, también. Judi Dench defiende un papel corto e intenso con mucha solvencia. El resto son secundarios y están a la altura.

Eva Green y Daniel Craig en 'Casino Royale'

En ‘Casino Royale’ se vuelve a la esencia de lo que es Bond. Esencia que nunca debió dejarse a un lado en etapas anteriores. Y se consigue retrocediendo en el tiempo, volviendo a los orígenes. Bond logra su ascenso a doble cero y, así, consigue licencia para matar. Cada persecución es excitante (la primera intentando dar caza a un tipo que se mueve como un felino es espectacular aunque, todo hay que decirlo, es la menos justificada de todas desde un punto de vista argumental); cada coreografía en las secuencias de acción está bien resuelta; el despliegue técnico es abrumador. Las escenas se presentan largas aunque la cámara se mueve con soltura para ofrecer distintas perspectivas y matices alternando planos con rapidez. La historia de amor entre Bond y Vesper Lynd se trata con delicadeza. La ironía se presenta con discreción sin deslizarse hasta el chiste facilón. Se alarga algo más de lo necesario sin hacerse pesada y el realizador, Martin Campbell, aprovecha para presentar a 007 en toda su dimensión.

La banda sonora de David Arnold es magnífica. Bien acompasada con la trama y de una variedad extraordinaria.

'Casino Royale' fue, también, un capítulo de la serie Climax! que se emitió el año 1954. Se trató de una adaptación del relato de Fleming bastante libre. James Bond es, en esta adaptación Jimmy (interpretó el papel un espantoso Barry Nelson que no acertó a mostrar ni un gramo del verdadero 007); Vesper Lynd pasaba a ser Valerie Mathi (encarnada por Linda Christian sin gracia); y Le Chiffre era Le Chiffre (Peter Lorre). Son 48 minutos caóticos que se quedan en la superficie y que pasaron desapercibidos como no podía ser de otra forma. Los guionistas de esta pieza quisieron un 007 norteamericano, una chica Bond sin pies ni cabeza y un villano que se movía entre Pinto y Valdemoro. Un pequeño desastre.

Y 'Casino Royale' fue una parodia estúpida, aburrida y sin sentido, filmada en 1967. Meter a un montón de actores, actrices y directores de cine, moverlos para mezclarlos y soltarlos en la pantalla durante más de dos horas, no es garantía de éxito. Ni mucho menos. En este caso, el producto es una película irregular en el ritmo, un guion disparatado, unas interpretaciones histriónicas y un aburrimiento colosal.

El elenco fue este: David Niven, Deborah Kerr, Orson Welles, Peter Sellers, Barbara Bouchet, Geoffrey Bayldon, Ursula Andress, William Holden, Charles Boyer, Peter O'Toole, John Huston, Jean-Paul Belmondo, Woody Allen, Billy Wilder, Jacqueline Bisset. Casi nada.

El resultado un desastre.

G. Ramírez

 


‘Interstellar’ es una excelente película de ciencia ficción con la que el realizador británico Christopher Nolan indaga en terrenos más humanos, más entrañables, que a los que nos tiene acostumbrados. Un espectáculo fascinante.

Que 'Interstellar' (2014), del realizador Christopher Nolan, es un espectáculo visual de potencia monumental, nadie lo puede poner en duda. Que 'Interstellar' está entre las mejores películas de este siglo, tampoco. No es la mejor aunque es una de las mejores a pesar de algunas de las críticas que se han vertido contra ella.

Hay algunas ideas que son maravillosas y que no se expresan, a veces, con total claridad en el guion. Se enuncian o se insinúan, pueden pasar de largo sin hacer el ruido que merecen.

Todo lo que sucede está ocurriendo al mismo tiempo. Pasado, presente y futuro, son lo mismo.

El ser humano, en su evolución, es el encargado de cuidar del propio ser humano. En el caso de 'Interstellar', unos seres que abarcan más de cuatro dimensiones son los que preparan todo para que la especie pueda salir adelante y, por tanto, ellos mismos. Logran que el futuro quede intacto modificando el pasado.

Todo depende del amor que acarreas en la vida. Las cosas son de una forma u otra dependiendo de la carga amorosa que soporta el hecho.

Un padre es el fantasma del futuro de sus hijos. Los padres deberán ser los recuerdos de sus hijos (esta idea se expresa tal cual en la película).

No hay que temer a la muerte sino al tiempo (otra idea expresada así, literalmente).


Pues esta es una muestra de las ideas que el espectador se va a encontrar una vez que esté delante de la pantalla. El guion de 'Interstellar' es profundo, busca plantear dudas; preguntas, tal vez, sin respuesta, pero que desembocan en otras preguntas mucho mejores. También nos topamos con zonas expositivas algo más simplonas, todo hay que decirlo. La película aborda asuntos técnicos y Nolan prefiere explicar todo para los que no saben nada de física o se hayan perdido con algún detalle más técnico. Es verdad que, en algún momento, las explicaciones son demasiado pueriles teniendo en cuenta que se lo está contando un físico astronauta a otro y no parecen demasiado lógicas esas explicaciones entre dos personas extraordinariamente preparadas. Pero, en general, los diálogos son certeros y llenos de sentido.

La película contiene claras referencias a distintas cintas: 'Contact' (1997), 'Encuentros en la tercera fase' (1977) o '2001: una odisea del espacio' (1968), entre otras. Y dos novelas aparecen homenajeadas con claridad: 'Cita con Rama' de Arthur C. Clarke y 'Pórtico' de Frederik Pohl. Pero no por ello la película carece de una personalidad marcadísima y un objetivo poderoso y robusto.

En 'Interstellar' nos cuentan una cosa muy simple: un padre siempre está dispuesto a hacer lo que sea necesario para que sus hijos estén seguros. Otra cosa es que los vehículos narrativos utilizados por el realizador sean maravillosos y que el viaje que emprenden los protagonistas en nombre de la humanidad sea fascinante. Nolan, por fin, se centra más en las emociones, en las almas. Hace que la imaginación del espectador se ponga a funcionar a velocidad máxima y que todo quede envuelto en emociones que van más allá de lo conocido puesto que siempre están, puesto que se pueden medir y forman parte de lo esencial del universo. En concreto, el amor toma una importancia considerable en el conjunto de la trama.

Y nos cuentan que la ciencia es la única forma de entender el mundo. Nolan, obsesionado siempre con la idea de Dios, parece preguntarse si la única forma de explicar lo irracional (Dios) es mediante la razón. Y no sé yo si logra una respuesta clara. La teoría de cuerdas, la física cuántica, las dimensiones, túneles de gusano o agujeros negros van apareciendo de forma, más o menos, explícita durante el desarrollo argumental. Y el resultado final es brutal, apabullante. Pero explicaciones para la idea de Dios me temo que pocas.


Atentos a la escena en la que el protagonista ve los mensajes recibidos desde la Tierra durante años (no desvelo por qué no los ha visto antes). Es el momento en el que comprendemos que el personaje ve cómo su vida se está viviendo sin él aun siendo el protagonista. Y atentos a la relación que tienen padre e hija. Entrañable y emotiva.

Matthew McConaughey, estupendo. Anne Hathaway, algo desaprovechada aunque bien. Jessica Chastain, contenida, exacta con el lenguaje corporal. Michael Caine, el complemento perfecto. La jovencísima Mackenzie Foy, muy bien dirigida y muy creíble. El resto de actrices y actores cumplen en papeles cortos y episódicos.

La partitura de Hans Zimmer es algo estruendosa a veces aunque magnífica como siempre. Realza los momentos más relevantes y los estados de ánimo de los personajes.

No pasa por alto un montaje en paralelo que en el tramo final hace que todo se entienda mejor. Muy inteligente.

Christopher Nolan también funciona bien en la zona clara de la realidad. Maravilloso trabajo.

G. Ramírez


 


El mundo puede ser hermoso, terrible, traumático, maravilloso, cruel, hostil o cualquier otra cosa. Pero lo importante es que el mundo siempre puede imaginarse, puede recordarse, puede soñarse. Y es esa capacidad para inventar lo que nos permite sobrevivir a situaciones que, de otra forma, serían insalvables. Con nuestra imaginación podríamos ser capaces de corregir todo aquello que no nos gusta de la realidad y seguir adelante.

En el mundo, en su zona más cruel y angustiosa, existe lo que se llama 'síndrome del cautiverio' ('Locked in Syndrom'); una patología extraña que paraliza a las personas de forma que, estando perfectamente, el cuerpo no responde. Es algo así como quedarse encerrado en tu propio cuerpo. Piensas, sueñas, entiendes, sabes con exactitud qué es lo que pasa a tu alrededor, pero no puedes mover ni un solo músculo. O muy poca cosa de tu cuerpo.

Jean Dominique Bauby, el que fue redactor jefe de la revista Elle, padeció este síndrome aunque, en su caso, podía mover el párpado de su ojo izquierdo para cerrarlo y abrirlo. Pero no dejó de imaginar, de soñar. Y, gracias a la terapeuta que le trató, logró dictar un libro completo. Abriendo y cerrando un párpado. Una persona contratada para hacer el trabajo, le iba diciendo letras (en el orden en el que más se utilizan al formar palabras) y si la que oía era la adecuada, cerraba el párpado. Letra a letra un libro entero. Un auténtico prodigio.

Ese proceso de escritura, esa capacidad inimaginable del ser humano para comunicarse, es lo que cuenta 'La escafandra y la mariposa' ('Le scaphandre et le Papillon', 2007). Una película muy bien realizada, dura y alejada de la lágrima fácil o del juicio sobre lo que se está contando. Resulta conmovedora al mismo tiempo que tremenda. Aunque no faltan momentos cómicos que llegan cuando el espectador menos lo espera. Es este uno de los aciertos de la cinta. De otro modo, no se podría aguantar bien una trama tan desoladora como es la de 'La escafandra y la mariposa'.


La fotografía de Janusz Kaminski es espléndida. Se llena de enfoques y desenfoques y filtros de todo tipo para resaltar la realidad que ha de vivir el protagonista. Ahora bien, a veces, se hace un poco cargante y pierde sentido cuando esos efectos se aplican sin una lógica aparente. ¿Por qué desenfocar las distancias cortas y, a continuación las medias? No obstante, es estupenda.

La película cuenta el ataque que sufre Bauby y todo lo que sigue. Aunque, lo importante, es que conocemos al equipo médico, a la familia de Bauby, a su amante, a sus amigos. Y es cuando el sentido llega de forma demoledora. Porque no hay forma de entender a una persona si no se conoce su entorno.

Julian Schnabel dirige con tino la cinta. No entra a valorar, tan solo nos muestra el punto de vista del protagonista para que lleguemos a nuestras propias conclusiones. Utiliza la cámara con mimo y es capaz de intercalar el pasado, el sueño, la fantasía y el presente real de un personaje inmenso. Ese personaje es encarnado por Mathieu Amalric de forma portentosa. Posiblemente sea el trabajo de su vida. Acompañan a Almaric un grupo de actores estupendos que marcan un ritmo interpretativo envidiable. La música de Paul Cantelon es mezcla de diferentes temas que van matizando los estados de ánimo de los personajes, sin invasiones excesivas, sin protagonismos estériles.


Tal vez, de esta película hay que quedarse con la relación de Bauby con su esposa y con su novia. Es, sencillamente, tremenda. Y con otro de los personajes que marcan definitivamente la trama: Baudy cedió su asiento a un hombre en el avión que sería secuestrado posteriormente por un grupo terrorista. Ese hombre estuvo retenido en un zulo más de dos años. Tuvo su propia escafandra. Pero también es el que, durante una visita que hace al protagonista una vez que es ingresado en el hospital, hace entender al protagonista que debe soltar la mariposa, que no es otra que su imaginación, para poder sobrevivir.

Espléndida, conmovedora.

No es extraño que fuera considerada una de las mejores películas del año 2007 y que aparezca en el listado de la BBC Culture que incluye las cien mejores películas filmadas durante este siglo que vivimos.

G. Ramírez

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