'12 Monos': ¿Locura o ciencia ficción?
Un buen relato, tanto en
literatura como en cine, soporta bien las dos lecturas posibles. Una es la
literal, es decir, lo que se ve o lo que se lee es lo que nos quieren contar.
Otra, la más interesante, es la que incorpora todos los matices posibles, la
que incorpora sugerencias u obliga a usar la intuición. El lector o el espectador
debe ser capaz de no dejarse embaucar y discernir sobre lo que se cuenta y
forma parte de la realidad del personaje y todo lo que puede ser imaginación,
fantasía o simplemente secretos del personaje. Un caso maravilloso es el relato
de W. W. Jacobs titulado ´’La pata de mono’. Otro, en el caso del cine, es el thriller
de ciencia ficción de Terry Gilliam, ’12 monos’, estrenada el 5 de enero de
1996 y protagonizado por Bruce Willis y un irreconocible Brad Pitt. Dejar que
el espectador o el lector tenga que decidir qué lectura es la adecuada aporta
una potencia al trabajo descomunal, pero Gilliam quiso contar una cosa (una
sola cosa) aunque juegue a no ser claro. Por cierto, no deja de ser curioso que
los títulos de los dos trabajos se refieran al mismo animal.
La lectura literal de ’12 monos’
nos coloca ante una película de ciencia ficción. Máquinas del tiempo, la
humanidad diezmada por completo; bucles temporales que anulan el presente,
futuro, y pasado, convirtiéndolos en la misma cosa; una estética extraña en un
mundo extraño, el futuro frente a nosotros. El resumen sería el siguiente (lo
dejo en un punto determinado para no desvelar nada esencial ya que tal vez
alguien no haya visto la película): En un futuro no muy lejano, lo que queda de
raza humana, se encuentra en el subsuelo intentando sobrevivir a un virus que
acabó con la vida del 99 por ciento de la especie. Sólo los animales son
capaces de vivir en la superficie terrestre al ser inmunes. James Cole (Bruce
Willis) se presenta voluntario (forzoso) para conseguir información en el
pasado sobre lo que ocurrió y, así, poder ordenar el presente que le toca
vivir. Viajará a través del tiempo. Hasta 1990; hasta 1996; hasta la primera
guerra mundial. En su primer viaje llega por equivocación a 1990. Conoce a
Jeffrey Gaines (Brad Pitt) en un manicomio (las escenas que transcurren dentro
del manicomio fueron rodadas en la Penitenciaría del Estado del Este (ESP) en Filadelfia
y son muy impresionantes). También a la siquiatra Kathryn Railly (Madeleine
Stowe). Logra escapar del centro médico gracias a que, desde su presente, los
científicos le rescatan con su máquina del tiempo…
¿Es ‘12 Monos’ eso o la cosa es distinta?¿Tal vez la lectura correcta es la que casi nadie hace?
Supongamos que Gilliam quiso
hacer una película sobre la decadencia de las sociedades actuales centrando su
atención (de forma fundamental) en una mente sometida a una autodestrucción
feroz, una mente capaz de inventar un mundo entero y condicionada por el
‘síndrome de Casandra’. En definitiva, una película sobre la locura en la que
el personaje principal está como unas maracas. Si fuera así la cosa cambia
porque habría que ver todo como un delirio descomunal que, a base de ser
recurrente en la mente del protagonista, llega a una perfección narrativa
también descomunal.
A decir verdad, esta lectura es
sencilla. Fijando la atención en algunas cosas, es casi obligada. Por ejemplo,
los científicos del presente del protagonista son completamente ridículos. Por
ejemplo, si atendemos al guion, el disparate (leído en clave de verdad
verdadera) roza lo ridículo. Todo es ridículo. Lo que ocurre es que Gilliam es
un director que sabe contar historias y sabe lo que es necesario para que esas
historias no se vacíen en cualquier momento. Un par de detalles pueden servir
como ejemplos. El punto de vista está centrado en Cole mientras el personaje se
va perfilando. Pero cuando el personaje ya está presente en todo su esplendor,
el punto de vista se coloca en el hombro de la siquiatra. Esto permite dar
credibilidad a la acción (si lo cuenta el loco aquello no funciona ni a la de
tres) y, a la vez, se consiguen introducir aspectos ocultos hasta el momento
que ayudan a explicar y cerrar la trama. Esto se llama chapuza narrativa. Pero
funciona más que bien. Otro ejemplo. Si, además de un siquiatra al que tenemos
que creer porque para eso es lo que es, introducimos una fotografía (algo
material sea lo que sea) que demuestre que nuestro protagonista ha estado en un
lugar y en un tiempo imposibles, nadie puede dudar de lo que ve. Pero a Gilliam
se le olvida un detalle: alguien puede hacer la lectura correcta y decir que un
loco se puede inventar todo, incluso esa fotografía. Esto no es una chapuza,
pero si un elemento algo tramposo. Sea como sea, ‘12 Monos’ se puede convertir
en un ensayo sobre la locura. Y es un excelente ensayo sobre la locura. La
dimensión de la película es otra y su grandeza se eleva mucho.
El guion de la película se redondea bien (quizás en exceso al explicar tanto y de forma atropellada al final). Vestuario y maquillaje son notables. La música es una maravilla basada sin ocultarlo en la música de Astor Piazzola. La estética (muy cercana a ‘Brazil’) acompaña la acción más que bien. La dirección de actores es un gran logro. Y las interpretaciones son magníficas. Bruce Willis pierde ese único gesto que utiliza para todo y llega a mezclar la dureza con la fragilidad consiguiendo un personaje creíble y sólido. Brad Pitt se muestra algo histriónico, pero defiende su papel con gracia y sin altibajos. David Morse hace poco (su papel es muy limitado) y lo hace bien. Por su parte, Madelaine Stowe interpreta con corrección exquisita. Todo esto quiere decir que la película funciona. Funciona muy bien.
A estas alturas, habrá quien
piense que todo esto que digo no tiene demasiado sentido. Pues bien, los que
estén en esa situación, piensen en esa voz que llama Bob al personaje que
interpreta Willis. El que luego aparece en forma de indigente. Piensen en la
viabilidad del mundo subterráneo. Y luego intenten cambiar la clave de
interpretación. Tal vez comprueben que las partes encajan con perfección.
Como es una excelente película,
merece la pena echar un vistazo. Los que se acerquen por primera vez deben
tener paciencia. El comienzo es algo confuso para el espectador. Disfruten,
queridos.
G. Ramírez
0 comments