TUAN YUAN (APART TOGETHER) – WANG QUAN AN – CHINA – ZABALTEGUI (PERLAS)
Después de más de cincuenta años de separación, forzada por los sucesos de la guerra civil china, Liu regresa a Shangai para buscar a la que fue su esposa, Quiao. En todos esos años, ella ha formado una familia. El recibimiento da lugar a reacciones diferentes por parte de cada miembro de ese grupo familiar que en el transcurso de los días irán mudando hasta recomponer una trama de sentimientos.
Tuan Yuan, provoca una mirada sobre la pareja, la familia y la vejez pero también es un canto a la reconciliación de dos Chinas que conviven superpuestas: la del continente y la de Taiwan, la de la modernidad y de la tradición, de los jóvenes y de los mayores.
El guión se desenvuelve imprevisto y con gran naturalidad, lo que nos permite apreciar, a pesar de los diferentes códigos de comunicación orientales, las actuaciones realmente buenas de tres actores mayores, capaces de transformar en un mundo cada uno de los instantes y de los recuerdos.
El guión obtuvo el Oso de Plata en el último Festival de Berlín. La película es un homenaje a una generación que se perdió en una guerra fratricida, cuyas heridas aún no se han cerrado, una generación que ayudó a construir un mundo que ya no les comprende. Da lugar a innumerables pensamientos y es el tipo de película que provoca conversación y debate.
Los niños de mi generación quisimos ser vaqueros. Tipos duros, capaces de lo mejor y lo peor con un revolver en la mano; hombres que enamoraban a las chicas guapas, que bebían sin inmutarse, que podían dormir sobre una roca como si lo hicieran en la mejor cama del oeste. Creo yo que deseábamos serlo para poder montar un caballo con destreza, sí, pero, al mismo tiempo, porque esos vaqueros de película (sobre todo los buenos, claro) era tipos honestos, valientes, llenos de valores como el honor, la amistad o la justicia. Era mejor que ser oficinista. Las películas del oeste marcaron a toda una generación.
Pocas veces me emociono tanto como cuando la música de Los siete magníficos comienza a sonar al comenzar la proyección. Esa partitura, la que firmó Elmer Bernstein para acompañar por los caminos polvorientos a Yul Brynner, Steve McQueen, Charles Bronson, Robert Vaughn, Brad Dexter, James Coburn y Horst Buchholz, es una de las mejores de la historia del cine. Pocas veces me emociono como cuando dos de ellos dejan el pueblo mejicano por el que han tenido que pelear sabiendo que su destino es perder, siempre perder. Un hombre con revolver sólo puede aspirar a eso. Es esta una película que hace aflorar los sentimientos más nobles a cualquiera que la vea. Los siete magníficos, dirigida por John Sturges, es deudora absoluta de Los siete samuráis de Akira Kurosawa. Pero esto no hace que la película sea menos. Dentro del género ha ocupado siempre un lugar preferente y lo seguirá llenando por siempre jamás.
Calvera (Eli Wallach) y sus hombres roban las cosechas de los campesinos. Son forajidos mejicanos. Los hombres de uno de los pueblos afectados deciden pedir ayuda. Cruzan la frontera y allí encuentran a nuestros siete magníficos. Cada uno de ellos participa movido por una motivación distinta. La búsqueda de una riqueza que no existe en ese pueblo, la expiación por ser cobarde, la percepción de que en ese momento no es mala idea embarcarse en algo tan absurdo, la inconsciencia de la juventud o un vínculo que se crea con los campesinos difícil de romper para un hombre con principios. Preparan el pueblo para resistir un ataque seguro de los forajidos. Y todo se llena de hombres a caballo, disparos, rifles, mujeres enamoradas, polvo, traición, valentía y muerte.
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