HOME FOR CHRISMAS (A CASA POR NAVIDAD) – BENT HAMER – NORUEGA/SUECIA/ALEMANIA – SECCIÓN OFICIAL A CONCURSO
Lo de hacer una película con historias cortas y sin conexión unas con otras, que se van contando en paralelo, ya lo conocíamos, a mí personalmente, no es el tipo de cine que más me guste.
También conocemos el juego del cuento de Navidad, donde se mezcla lo agridulce, lo melancólico y se focaliza lo más tierno de los sentimientos. Y la nieve y todo eso.
Lo que no sabíamos es que hay ingenio suficiente para seguir explotando ambos asuntos sin complejos, ni tampoco que los noruegos tuvieran un sentido del humor tan ácido y tan grotesco.
Puesto que son varias narraciones paralelas, que Bent Hamer no ha caído en el error de intentar cuadrar como un rompecabezas, son bastante irregulares en tono e intensidad, pero todas funcionan.
La película, además, nos permite, gracias a una dirección artística y una iluminación naturalistas, -y como suele ocurrir en los festivales- viajar por el mundo y que las personas ignorantes de Noruega, como es mi caso, podamos conocer que lejos de la sociedad perfecta y opulenta que imaginamos, con casas como tiendas de muebles de diseño – o además de esa sociedad- hay una comunidad austera que debe de estar horrorizada con el despilfarro de las tramas de la Europa del Sur, que deberían darnos vergüenza.
Por fin veo en este Festival algo talentoso e inteligente, y como suele ocurrir llega del lugar más inesperado, de Bulgaria, y demuestra que cuando hay verdadero talento, como es el caso de Dragomir Sholev, se puede hacer algo bueno, interesante, que nos entretenga, nos divierta y nos haga pensar, y reflexionar sobre nosotros, nuestras sociedades y su futuro. Sobre la incomunicación entre los seres humanos y el diálogo social e intergeneracional.
Las distintas administraciones, que tanto dinero se gastan en gilipolleces culturales, deberían estar obligadas a poner a disposición de la Comunidad películas así. (En parte lo han hecho aquí, hay que reconocerlo, pero no basta)
El talento del director lo salpica todo: el guión, conjunto con Razvan Radulescu y Melissa de Raaf, es una obra maestra; la fotografía y la ambientación son descarnadas, realistas y feístas, como corresponde al tema, y las interpretaciones, impecables y honestas. Todas, adolescentes y adultos. Cvetan Daskalov, Yanina Kasheva, Kaloyan Siriiski, Irena Hristoskova y Silvia Gerina.
Además, después de revolvernos un montón de cosas dentro y de provocarnos la sonrisa, y aún la carcajada, con un humor negro y finísimo, termina con un mensaje positivo y esperanzador. Porque todos podemos escuchar a los demás y aprender para conseguir un futuro mejor, para nosotros y para nuestros hijos, si los tenemos, y si no, plantearnos si no será mejor prescindir de la generación, si antes no somos capaces de articular sociedades más abiertas y dialogantes.
IVES SAINT LAURENT, L´AMOUR FOU – PIERRE THORETTON – ZABALTEGUI (ESPECIALES) Excepcional este documental Ives Saint Laurent l´Amour Fou, que habla de muchas cosas más que de la vida y la obra de Yves Saint Laurent, modisto legendario y creador del pret-á-porter.
Siguiendo el hilo de la subasta del siglo, celebrada en el Grand Palais de París, en la que se dispersó la fabulosa colección del diseñador y de su compañero de cincuenta años, Pierre Bergé, el director, Pierre Thoretton, elabora un documento que un testimonio de amor y una reflexión sobre el poder y el espíritu de los objetos, sobre la creación y la belleza (y sobre la creación de la belleza y la belleza de la creación) y sobre el infierno que engendran el éxito y la fama. Estudia el trasfondo del mundo de la moda, plasmando una época dorada que se extinguió.
La película se inicia con las dramáticas imágenes de un Saint Laurent, anímicamente destruido, anunciando el abandono de la profesión que fue su vida, que se funden con los funerales del gran coutourier, celebrados en París con honores de Estado. Después es el propio Bergé el que nos muestra la casa que habitaron durante más de veinte años en la rue Babylone, nos habla de los objetos y de lo que representaron, los vemos luego inspeccionados, catalogados y expuestos a la curiosidad del mundo en Londres, en Nueva York.
Hay lujo y glamour como debía de ser, pero también imágenes y fotografías de archivo conmovedoras, como la presentación en triunfo de su primera colección, en los años cincuenta, en la que empuñó el cetro del desaparecido Dior, su maestro, o el homenaje a toda una vida de creación, celebrado en loor de multitudes en el Stade de France a los compases del Bolero de Ravel.
Hay secuencias bellísimas del Chatêau Gabriel, en Normandía, y de la casa del jardín de Majorelle en Marraquesh, sus residencias.
Pero lo que brilla sobre todas esas cosas y atenúa su frivolidad, dándoles un sentido, es la personalidad de Pierre Bergé y su alma literaria en un diálogo consigo mismo, plagado de citas y pensamientos inolvidables e inteligentes. Es un homenaje a un amor inmenso, sin falsas ternuras ni hipocresías, sincero, que se convierte en un monumento. Bergé se muestra –el director nos lo muestra- como un caballero y un hombre de una fortaleza de carácter y una lucidez extraordinarias. El documental es perfecto. Mantiene la unidad narrativa y la tensión emocional, la música de Milhaud, de Tchaicovsky, y de Mehendelson, acompaña a las imágenes acertadamente. Y tanto la utilización de la grabación de la subasta, como los materiales de archivo, es mesurada y conveniente.
Solamente acompañan a Bergé en este lamento fúnebre dos voces, las de Betty Catroux, una de las maniquíes favoritas de Saint Laurent, y Loulou de la Falaise, celebrity y musa del modisto; son los ángeles perverso y benéfico que le acompañaron en el brillo de los éxitos y en la noche del alcohol y de las drogas. Jack Lange, Ministro que fuera de la Cultura de Francia, habla con admiración en las salas del Louvre, entre los mármoles antiguos.
Es una gran historia de amor y el retrato de un artista, de un hombre y de una soledad. El testimonio sincero, valiente y despiadado de una vida compartida.
Como no podía ser menos en San Sebastián, con la sombra de Balenciaga sobrevolando el Kursaal y la tradicional elegancia de la ciudad y de sus señoras, el público, que llenaba la sala grande hasta el último asiento, aplaudió con ganas al director que se encontraba en la sala, hasta en tres ocasiones, éste declaró después sentirse muy emocionado.
A mí la película ha conseguido conmoverme y me ha encantado.
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